Fiesta de Nuestra Madre Santísima del Socorro

P. Fr. Rafael Gallardo García, O.S.A

 

A María la aclama la Iglesia “causa de nuestra alegría” y le pide: “ruega por nosotros” 
En María, la familia Agustiniana de Michoacán tiene su Socorro la visita piadosamente en su Santuario Moreliano para consagrarle sus alegrías del año y pedirle “ruega por nosotros que recurrimos y nos consagramos a ti”.

Este año 2004, le traemos, para alegrarnos, con ella, tres faustas celebraciones:

 La de 1650º Aniversario de nacimiento de San Agustín, nuestro fundador,
 La del 48º Congreso Eucarístico Internacional en Guadalajara,
 La del Capítulo Intermedio, de nuestra Provincia Michoacana.

Con su Capítulo de revisión la familia provincial se pone al día y así, desde el presente vuelve su cara al pasado y contempla el nacimiento de Agustín, en el año 354; mira hacia el futuro, en octubre su adoración a Jesús en la Eucaristía, haciendo resonar aquel canto de la piedad popular...”la Patria se arrodilla, al pasar Jesucristo Redentor”.
Aquí en la casa solariega de la madre del Socorro, explayamos nuestro gozo de familia y nos concentramos en el evento agustiniano.
Con toda la familia agustiniana en el mundo, nos alegramos este año 2004, de los 1650 años del natalicio de San Agustín en Tagaste, el 13 de noviembre del año 354.
Nosotros actualmente, por cultura y por bella costumbre destacamos mucho la fecha del nacimiento de una persona: Nuestro cumpleaños.
Cada uno de nosotros, mientras el Buen Dios nos alarga la vida temporal, le va dando mayor importancia ilustre al día de su nacimiento y hace gran fiesta por su cumpleaños o por el de sus familiares. A tal grado se engalan los Aniversarios de nuestros mayores que se les da mayor brillo, llamándoles de Plata, de Oro o de Diamante.
Así llegamos este año al gran cumpleaños de N. P. S. Agustín, el de 1650, que pudiéramos llamar el siglo XVI de su “juventud” perenne.


Sin embargo se mezcla un sentimiento de nostalgia porque cuando los contamos, aunque sean muchos, se esfuman y se convierten como en un solo día...en el ayer: Poético y realista el salmista no los dice que: “ante Dios, mil años... se parecen al día de ayer... que ya pasó! ¡como un sueño...! (¡ o flor de un día...! Sal. 89, 4-5) y según el mismo salmista... solo los años de Dios “non deficiunt” ni se agotan, ni se desvanecen.
Pero esa vida humana, que ante nuestros ojos se desvanece, si la alarga el tiempo, en nuestra memoria se vuelve historia, o si entra a la eternidad, ante Dios, se vuelve Gloria. 
En el tiempo, dura de la cuna a la tumba: en la historia, del nombre al renombre y para la eternidad, renace en el bautismo, crece en la santidad y se extasía en la contemplación.

La Iglesia cristiana, trasciende en sus celebraciones, a la cultura humana.
Según el mismo Agustín, solamente se alegra en dos nacimientos temporales: la Navidad de Jesús y el natalicio del Bautista.
A todos sus otros hijos le celebra de otra manera su “dies natalis”; su – pascua cristiana – el transito de este mundo al Padre: su nacimiento ala vida eterna. El día de su muerte natural, se vuelve memorial: Su cuerpo reposa en la tierra esperando su resurrección; mientras su Espíritu, pervive en sus obras o hechos y vive en la Visión Beatifica de Dios.
Me gustaría, motivado en este Aniversario, con su amable atención y piadosa devoción, exponerles esas tres etapas de la existencia de San Agustín.

Su etapa personal, temporal, la conoces y la recapitulamos:
Duró 76 años. Nació en Tagaste, 13 noviembre 354; murió en Hipona, 28 agosto 430.
Recibió el nombre de Aurelio Agustín, y sus primeras enseñanzas en casa de sus padres Patricio y Mónica; inició sus estudios en su natal Tagaste, los prosiguió en Madaura y los completo en Cartago. El ardor de sus pasiones juveniles lo llevo a cohabitar con una mujer con quien procreo un hijo; y su gran anhelo de cultura, en las Letras y en la Retórica, lo mantuvo aprendiendo de los autores clásicos. Logrando el gran hallazgo de la Sabiduría con la lectura del Hotencio de Cicerón, a sus 19 años; luego por 9 años, quedo atrapado en las doctrinas del maniqueísmo. Ese sectarismo lo apartó de su madre viaja a Roma en busca de su porvenir. Por una seria enfermedad y el incumplimiento de los alumnos de su escuela, lo hizo buscar oteo destino y se traslado a Milán, cuando frisaba los 30 años. Allá siguió sus labores de maestro y consiguió, un cargo público de Orador oficial en la Corte del Emperador Valentiniano II.
Su itinerario intelectual, entre tanto tomaba otros derroteros: abandonó el Maniqueísmo, ansiosamente transitó por el escepticismo de los Académicos y con mayor agrado se inició en el espiritualismo de los Neo – Platónicos. A través de ellos empieza a vislumbrar las luces de Cristo y de su Iglesia. Influyen varios factores y la presencia de su madre Mónica le atrae fuertemente la elocuente predicación de San Ambrosio, hace crisis en su mente y en su corazón su posición intelectual y su situación moral. Se acumulan pensamientos y sentimientos: desembocan en suspiros, estallan en lágrimas y se disipan en la paz de su corazón, una tarde de verano, del 386, en el huerto de Casiciaco. Por las palabras juguetonas e infantiles, escucha: “toma y lee” y así “toma y lee” la Biblia, a San Pablo que en su carta primera a los Corintios, lo invita a “revestirse de Cristo”. Es el día de su Conversión.
Seguirán como 9 meses, para su renacimiento en su bautismo. Resuelto a abrazar el Catolicismo, se prepara ese tiempo y se inscribe en la Iglesia de Milán, donde junto con su hijo Adeodato y su amigo Alipio, recibe el Bautismo, de manos del Obispo Ambrosio, en la noche de la Pascua del 387, a sus 33 años.
Se hincan 43 años de vida nueva: uno de neo-convertido, que lo lleva al éxtasis de Hostia, con su Madre Mónica y lo regresa a Tagaste para inaugurar su Comunidad religiosa; 5 de sacerdote, arrebatado por el pueblo a instancias del Obispo Valerio. 37 de Obispo en la Catedral de la Paz, en Hipona, donde entrega su alma a Dios el 28 agosto 430. 

De esta resumida Biografía, resulta su magistral obra de Doctor y su atractiva figura de Pastor. Esto nos permite extraer del primero, la validez y significación de otros dos nacimientos ligados al biográfico: su nacimiento a la fama en la literatura Universal; su nacimiento a la Iglesia en el camino de la santidad.

Como autor literario, nace en el “Hortensio” crece en sus Diálogos de neo-converso y se agiganta en cada una de las prodigiosas e incontables Obras que su pluma sacerdotal y episcopal rica y enriquecida en la sabiduría y reflexión cristiana produjo. La humanidad las ha recibido y conserva como una herencia inapreciable, que valoriza más a lo largo de los siglos. Por sus escritos se ha hecho el contemporáneo de todos. En la imposibilidad de mencionar siquiera el elenco de sus Obras, nos contentamos con no dejar de citar las que forman el tríptico más clásico que son: Sus Confesiones, De Trinitate y la Ciudad de Dios. (Obras cumbres del genio humano; obras indispensables a todo cristiano. ConfesaNdo el arsenal inmenso que tenemos al alcance con sus hermosos Sermones, Cartas y Comentarios a los Libros Sagrados.

Su renacimiento bautismal, cobra un gran valor: Revestido de Cristo, inicia su Vida Nueva. El neo – nato de Milán, ya no muere mas. El, incorporado al Resucitado, sobre pasa los siglos hasta todos los siglos. Con la gracia del Bautismo que guarde incólume e integra, consigue su propia salvación. Pero, al ser dispensador de la gracia, por el Sacerdocio y Episcopado, la consigue para los demás. 
Así nace el fundador de sus Familia Religiosa: el Doctor de enseña a sus fieles; el Pastor que guía a sus ovejas, y lo hace exclamar en un bello Sermón: nolo salvum esse sine vobis “no quiero salvarme sin vosotros”
Profesemos con un Himno, Confesamos con un Canto: VIVE, SIEMPRE EN NOSTROS ¡OH GRAN PADRE SAN AGUSTÍN! Con esta declaración, se revela ese nacimiento fecundo.
En su Regla monástica de Fundador, en sus enseñanzas de Doctor y en sus ejemplos de Buen Pastor, vive Agustín. Vive, y por su amor a Cristo, su vida está escondida en Dios. Vive, y por ser su vida Luz y amor, no se extingue, sino que se mantiene en el brillo de la Verdad y en el ardor de la Caridad.

Del propio Agustín se infiere una sugerente aplicación a su Orden, a su Obra Comunitaria a sus Hijos religiosos. La Orden, como su Fundador, nace, renace, sobrevive. Nace también en Tagaste en su propia tierra natal, cuando el año 388, vuelve convertido, con deseos de consagrarse a Dios e invitar a sus primeros hermanos y convertido, con deseos de consagrarse a Dios e invitar a sus primeros hermanos y amigos a fundar el primer monasterio.
Renace gloriosamente, en Roma el año de 1256, cuando en los designios de la Providencia y por disposiciones de la Sta. Sede, bajo la autoridad del Papa Alejandro IV, se celebra la GRAN UNION de todos los Ermitaños de S. Agustín, se establece la vida Comunitaria y se elige a su RMO.P. General, LANFRANCO DE MILAN.
¡1256, Año de la GRAN UNION, Año del Renacimiento de los Agustinos!
No es difícil percibir ese tercer aspecto de la supervivencia de la Orden: se da al nacimiento de cada Provincia y de cada Convento.
Este Cuerpo místico agustiniano, semejante e inserto al Cuerpo Místico de Cristo, adquiere su vitalidad permanente al irse prolongando la fundación de sus Provincias y de sus Casas Religiosas. Cada uno de sus miembros las constituye y las vitaliza, con su axioma de la Regla, con su vivificador lema agustiniano de ser “una sola alma y un solo corazón en Dios”, viviendo “unánimes in domo” reunidos en la Casa Común.
Sus Provincias, sus Conventos me parecen desplegar, por el tiempo y el espacio, un Cuerpo estupendo bien articulado pleno de vida, en sus múltiples actividades, integrado por sus valiosos y numerosos miembros, de todas las eras, épocas y edades. Los 1650 años, describen, con toda exactitud, la edad que cumple en forma viva y vital, en su Cuerpo Místico, en su Familia Religiosa. Es ver a AGUSTÍN que vive en los AGUSTINOS.

Animados por esa explicación de la historia de S. Agustín a su Orden Universal, me entusiasma, con Uds., mis hermanos (as) insinuar una sugerente aplicación a su Provincia Agustiniana de Michoacán, en la cual vemos también su nacimiento, renacimiento y supervivencia.
Diría, con el otro gran Doctor Africano, Tertuliano: “somos de ayer, y lo llenamos todo...”.
Ante los 16 siglos y medio del Fundador, los 8 siglos de la GRAN UNION, nosotros acabamos de cumplir los 4 siglos de nacimiento provincial.

Nos sorprende seguir su crecimiento y su expansión: lo consiguió, en la epopeya y en la experiencia misionera; con su Madre del Socorro, había nacido Misionera y desarrolla su misión, con la primera Evangelización hacia los ámbitos del Nuevo mundo.
Quedan en prenda, esos monumentales Conventos, Hospitales y Doctrinas.

Pero se abaten sobre nuestra Patria y sobre nuestras prósperas Comunidades los vientos procelosos y las furias desencadenadas de la revolución y Persecución Religiosa, que reduciendo el número de sus Conventos y de sus Religiosos, parecía destinada a perecer, cuando surgen los nuevos impulsos de su Resurrección, en Maravatío con el P. Villanueva y su Colegio del Espíritu Santo; en la Casa Madre moreliana, con el inconmovible P. Angel Zamudio; en S. Luis Potosí, el reformista Fr. Manuel de los Angeles Castro y su colosal equipo de Maestros, Rosales, Almanza, Zamudio Escutia, que avivan la Casa de Formación Potosina; el magnético Pedagogo, Orador, Escritor, P. Navarrete que llevó a su apogeo el Seminario Menor en Yuriria; sin omitir a todos los Religiosos de talla apostólica grandiosa, en las Casas y Vicarías del Bajío, que inspirados en el legado misionero, lo convirtieron en las tareas pastorales mas convenientes a los nuevos tiempos y siempre acordes a su estilo religiosa-apostólico, de vida mixta.
Con Sta. María del Socorro los misioneros, se convirtieron en Pastores, para ofrecer, en su nombre, el Socorro a los necesitados fieles de nuestras Parroquias.

Así, la Provincia sobrevive, impulsada por las nuevas tareas marcadas por el Concilio Vaticano II y la Nueva Evangelización, fortaleciendo sus Casas de Formación, sus nuevos Centros de Espiritualidad, su extensión a otras áreas y regiones y aún con su presencia en otras Provincias y en el Organo representativo de la ONU (Naciones Unidas).

Tal como un esquema unitario se va desarrollando desde el átomo a la molécula, desde la célula al organismo, desde cada ser, hasta el hombre, del hombre al mundo, del mundo a los planetas y hasta las constelaciones, así el diseño de Agustín vive y ha vivido desde su persona configurándose en otras personas, Comunidades, Provincias y su familia entera. Y consigue ser de ello un reflejo maravilloso, su provincia Michoacana confinada a Sta. María de Socorro.

Sta. María de Socorro, presente en nuestro presente, como estuvo presente ayer, en nuestro nacimiento, cuando nuestros Padres le consagraron la Provincia; y en nuestro renacimiento, cuando se restableció la Visita a su Santuario, para consagrarle a Pastores y fieles unidos, la sentimos presentes HOY en nuestra supervivencia, cuando el arranque del nuevo siglo provincial y el nuevo milenio cristiano, volvemos con Ella a consagrarnos para las nuevas labores provinciales.

En la encrucijada del ayer y del mañana, nuestro Hoy es María Sma. Del Socorro.
Desde el remoto ayer, en el que nace S. Agustín; y eslabonando los siglos y continuando su Obra, a través del pasado, toda su Familia Agustiniana; la Provincia Michoacana escruta con esperanza el insondable mañana de nuestra supervivencia y encontramos al Centro a nuestra Reina, Patrona y Madre.

¡MADRE SANTÍSIMA, TU ERES NUESTRO SOCORRO, AYER, HOY Y SIEMPRE!
VIVE SIEMPRE EN TUS HIJOS ¡OH GRAN PADRE AGUSTÍN!

8 de julio de 2004


A María la aclama la Iglesia “causa de nuestra alegría” y le pide: “ruega por nosotros” 
En María, la familia Agustiniana de Michoacán tiene su Socorro la visita piadosamente en su Santuario Moreliano para consagrarle sus alegrías del año y pedirle “ruega por nosotros que recurrimos y nos consagramos a ti”.

Este año 2004, le traemos, para alegrarnos, con ella, tres faustas celebraciones:

 La de 1650º Aniversario de nacimiento de San Agustín, nuestro fundador,
 La del 48º Congreso Eucarístico Internacional en Guadalajara,
 La del Capítulo Intermedio, de nuestra Provincia Michoacana.

Con su Capítulo de revisión la familia provincial se pone al día y así, desde el presente vuelve su cara al pasado y contempla el nacimiento de Agustín, en el año 354; mira hacia el futuro, en octubre su adoración a Jesús en la Eucaristía, haciendo resonar aquel canto de la piedad popular...”la Patria se arrodilla, al pasar Jesucristo Redentor”.
Aquí en la casa solariega de la madre del Socorro, explayamos nuestro gozo de familia y nos concentramos en el evento agustiniano.
Con toda la familia agustiniana en el mundo, nos alegramos este año 2004, de los 1650 años del natalicio de San Agustín en Tagaste, el 13 de noviembre del año 354.
Nosotros actualmente, por cultura y por bella costumbre destacamos mucho la fecha del nacimiento de una persona: Nuestro cumpleaños.
Cada uno de nosotros, mientras el Buen Dios nos alarga la vida temporal, le va dando mayor importancia ilustre al día de su nacimiento y hace gran fiesta por su cumpleaños o por el de sus familiares. A tal grado se engalan los Aniversarios de nuestros mayores que se les da mayor brillo, llamándoles de Plata, de Oro o de Diamante.
Así llegamos este año al gran cumpleaños de N. P. S. Agustín, el de 1650, que pudiéramos llamar el siglo XVI de su “juventud” perenne.


Sin embargo se mezcla un sentimiento de nostalgia porque cuando los contamos, aunque sean muchos, se esfuman y se convierten como en un solo día...en el ayer: Poético y realista el salmista no los dice que: “ante Dios, mil años... se parecen al día de ayer... que ya pasó! ¡como un sueño...! (¡ o flor de un día...! Sal. 89, 4-5) y según el mismo salmista... solo los años de Dios “non deficiunt” ni se agotan, ni se desvanecen.
Pero esa vida humana, que ante nuestros ojos se desvanece, si la alarga el tiempo, en nuestra memoria se vuelve historia, o si entra a la eternidad, ante Dios, se vuelve Gloria. 
En el tiempo, dura de la cuna a la tumba: en la historia, del nombre al renombre y para la eternidad, renace en el bautismo, crece en la santidad y se extasía en la contemplación.

La Iglesia cristiana, trasciende en sus celebraciones, a la cultura humana.
Según el mismo Agustín, solamente se alegra en dos nacimientos temporales: la Navidad de Jesús y el natalicio del Bautista.
A todos sus otros hijos le celebra de otra manera su “dies natalis”; su – pascua cristiana – el transito de este mundo al Padre: su nacimiento ala vida eterna. El día de su muerte natural, se vuelve memorial: Su cuerpo reposa en la tierra esperando su resurrección; mientras su Espíritu, pervive en sus obras o hechos y vive en la Visión Beatifica de Dios.
Me gustaría, motivado en este Aniversario, con su amable atención y piadosa devoción, exponerles esas tres etapas de la existencia de San Agustín.

Su etapa personal, temporal, la conoces y la recapitulamos:
Duró 76 años. Nació en Tagaste, 13 noviembre 354; murió en Hipona, 28 agosto 430.
Recibió el nombre de Aurelio Agustín, y sus primeras enseñanzas en casa de sus padres Patricio y Mónica; inició sus estudios en su natal Tagaste, los prosiguió en Madaura y los completo en Cartago. El ardor de sus pasiones juveniles lo llevo a cohabitar con una mujer con quien procreo un hijo; y su gran anhelo de cultura, en las Letras y en la Retórica, lo mantuvo aprendiendo de los autores clásicos. Logrando el gran hallazgo de la Sabiduría con la lectura del Hotencio de Cicerón, a sus 19 años; luego por 9 años, quedo atrapado en las doctrinas del maniqueísmo. Ese sectarismo lo apartó de su madre viaja a Roma en busca de su porvenir. Por una seria enfermedad y el incumplimiento de los alumnos de su escuela, lo hizo buscar oteo destino y se traslado a Milán, cuando frisaba los 30 años. Allá siguió sus labores de maestro y consiguió, un cargo público de Orador oficial en la Corte del Emperador Valentiniano II.
Su itinerario intelectual, entre tanto tomaba otros derroteros: abandonó el Maniqueísmo, ansiosamente transitó por el escepticismo de los Académicos y con mayor agrado se inició en el espiritualismo de los Neo – Platónicos. A través de ellos empieza a vislumbrar las luces de Cristo y de su Iglesia. Influyen varios factores y la presencia de su madre Mónica le atrae fuertemente la elocuente predicación de San Ambrosio, hace crisis en su mente y en su corazón su posición intelectual y su situación moral. Se acumulan pensamientos y sentimientos: desembocan en suspiros, estallan en lágrimas y se disipan en la paz de su corazón, una tarde de verano, del 386, en el huerto de Casiciaco. Por las palabras juguetonas e infantiles, escucha: “toma y lee” y así “toma y lee” la Biblia, a San Pablo que en su carta primera a los Corintios, lo invita a “revestirse de Cristo”. Es el día de su Conversión.
Seguirán como 9 meses, para su renacimiento en su bautismo. Resuelto a abrazar el Catolicismo, se prepara ese tiempo y se inscribe en la Iglesia de Milán, donde junto con su hijo Adeodato y su amigo Alipio, recibe el Bautismo, de manos del Obispo Ambrosio, en la noche de la Pascua del 387, a sus 33 años.
Se hincan 43 años de vida nueva: uno de neo-convertido, que lo lleva al éxtasis de Hostia, con su Madre Mónica y lo regresa a Tagaste para inaugurar su Comunidad religiosa; 5 de sacerdote, arrebatado por el pueblo a instancias del Obispo Valerio. 37 de Obispo en la Catedral de la Paz, en Hipona, donde entrega su alma a Dios el 28 agosto 430. 

De esta resumida Biografía, resulta su magistral obra de Doctor y su atractiva figura de Pastor. Esto nos permite extraer del primero, la validez y significación de otros dos nacimientos ligados al biográfico: su nacimiento a la fama en la literatura Universal; su nacimiento a la Iglesia en el camino de la santidad.

Como autor literario, nace en el “Hortensio” crece en sus Diálogos de neo-converso y se agiganta en cada una de las prodigiosas e incontables Obras que su pluma sacerdotal y episcopal rica y enriquecida en la sabiduría y reflexión cristiana produjo. La humanidad las ha recibido y conserva como una herencia inapreciable, que valoriza más a lo largo de los siglos. Por sus escritos se ha hecho el contemporáneo de todos. En la imposibilidad de mencionar siquiera el elenco de sus Obras, nos contentamos con no dejar de citar las que forman el tríptico más clásico que son: Sus Confesiones, De Trinitate y la Ciudad de Dios. (Obras cumbres del genio humano; obras indispensables a todo cristiano. ConfesaNdo el arsenal inmenso que tenemos al alcance con sus hermosos Sermones, Cartas y Comentarios a los Libros Sagrados.

Su renacimiento bautismal, cobra un gran valor: Revestido de Cristo, inicia su Vida Nueva. El neo – nato de Milán, ya no muere mas. El, incorporado al Resucitado, sobre pasa los siglos hasta todos los siglos. Con la gracia del Bautismo que guarde incólume e integra, consigue su propia salvación. Pero, al ser dispensador de la gracia, por el Sacerdocio y Episcopado, la consigue para los demás. 
Así nace el fundador de sus Familia Religiosa: el Doctor de enseña a sus fieles; el Pastor que guía a sus ovejas, y lo hace exclamar en un bello Sermón: nolo salvum esse sine vobis “no quiero salvarme sin vosotros”
Profesemos con un Himno, Confesamos con un Canto: VIVE, SIEMPRE EN NOSTROS ¡OH GRAN PADRE SAN AGUSTÍN! Con esta declaración, se revela ese nacimiento fecundo.
En su Regla monástica de Fundador, en sus enseñanzas de Doctor y en sus ejemplos de Buen Pastor, vive Agustín. Vive, y por su amor a Cristo, su vida está escondida en Dios. Vive, y por ser su vida Luz y amor, no se extingue, sino que se mantiene en el brillo de la Verdad y en el ardor de la Caridad.

Del propio Agustín se infiere una sugerente aplicación a su Orden, a su Obra Comunitaria a sus Hijos religiosos. La Orden, como su Fundador, nace, renace, sobrevive. Nace también en Tagaste en su propia tierra natal, cuando el año 388, vuelve convertido, con deseos de consagrarse a Dios e invitar a sus primeros hermanos y convertido, con deseos de consagrarse a Dios e invitar a sus primeros hermanos y amigos a fundar el primer monasterio.
Renace gloriosamente, en Roma el año de 1256, cuando en los designios de la Providencia y por disposiciones de la Sta. Sede, bajo la autoridad del Papa Alejandro IV, se celebra la GRAN UNION de todos los Ermitaños de S. Agustín, se establece la vida Comunitaria y se elige a su RMO.P. General, LANFRANCO DE MILAN.
¡1256, Año de la GRAN UNION, Año del Renacimiento de los Agustinos!
No es difícil percibir ese tercer aspecto de la supervivencia de la Orden: se da al nacimiento de cada Provincia y de cada Convento.
Este Cuerpo místico agustiniano, semejante e inserto al Cuerpo Místico de Cristo, adquiere su vitalidad permanente al irse prolongando la fundación de sus Provincias y de sus Casas Religiosas. Cada uno de sus miembros las constituye y las vitaliza, con su axioma de la Regla, con su vivificador lema agustiniano de ser “una sola alma y un solo corazón en Dios”, viviendo “unánimes in domo” reunidos en la Casa Común.
Sus Provincias, sus Conventos me parecen desplegar, por el tiempo y el espacio, un Cuerpo estupendo bien articulado pleno de vida, en sus múltiples actividades, integrado por sus valiosos y numerosos miembros, de todas las eras, épocas y edades. Los 1650 años, describen, con toda exactitud, la edad que cumple en forma viva y vital, en su Cuerpo Místico, en su Familia Religiosa. Es ver a AGUSTÍN que vive en los AGUSTINOS.

Animados por esa explicación de la historia de S. Agustín a su Orden Universal, me entusiasma, con Uds., mis hermanos (as) insinuar una sugerente aplicación a su Provincia Agustiniana de Michoacán, en la cual vemos también su nacimiento, renacimiento y supervivencia.
Diría, con el otro gran Doctor Africano, Tertuliano: “somos de ayer, y lo llenamos todo...”.
Ante los 16 siglos y medio del Fundador, los 8 siglos de la GRAN UNION, nosotros acabamos de cumplir los 4 siglos de nacimiento provincial.

Nos sorprende seguir su crecimiento y su expansión: lo consiguió, en la epopeya y en la experiencia misionera; con su Madre del Socorro, había nacido Misionera y desarrolla su misión, con la primera Evangelización hacia los ámbitos del Nuevo mundo.
Quedan en prenda, esos monumentales Conventos, Hospitales y Doctrinas.

Pero se abaten sobre nuestra Patria y sobre nuestras prósperas Comunidades los vientos procelosos y las furias desencadenadas de la revolución y Persecución Religiosa, que reduciendo el número de sus Conventos y de sus Religiosos, parecía destinada a perecer, cuando surgen los nuevos impulsos de su Resurrección, en Maravatío con el P. Villanueva y su Colegio del Espíritu Santo; en la Casa Madre moreliana, con el inconmovible P. Angel Zamudio; en S. Luis Potosí, el reformista Fr. Manuel de los Angeles Castro y su colosal equipo de Maestros, Rosales, Almanza, Zamudio Escutia, que avivan la Casa de Formación Potosina; el magnético Pedagogo, Orador, Escritor, P. Navarrete que llevó a su apogeo el Seminario Menor en Yuriria; sin omitir a todos los Religiosos de talla apostólica grandiosa, en las Casas y Vicarías del Bajío, que inspirados en el legado misionero, lo convirtieron en las tareas pastorales mas convenientes a los nuevos tiempos y siempre acordes a su estilo religiosa-apostólico, de vida mixta.
Con Sta. María del Socorro los misioneros, se convirtieron en Pastores, para ofrecer, en su nombre, el Socorro a los necesitados fieles de nuestras Parroquias.

Así, la Provincia sobrevive, impulsada por las nuevas tareas marcadas por el Concilio Vaticano II y la Nueva Evangelización, fortaleciendo sus Casas de Formación, sus nuevos Centros de Espiritualidad, su extensión a otras áreas y regiones y aún con su presencia en otras Provincias y en el Organo representativo de la ONU (Naciones Unidas).

Tal como un esquema unitario se va desarrollando desde el átomo a la molécula, desde la célula al organismo, desde cada ser, hasta el hombre, del hombre al mundo, del mundo a los planetas y hasta las constelaciones, así el diseño de Agustín vive y ha vivido desde su persona configurándose en otras personas, Comunidades, Provincias y su familia entera. Y consigue ser de ello un reflejo maravilloso, su provincia Michoacana confinada a Sta. María de Socorro.

Sta. María de Socorro, presente en nuestro presente, como estuvo presente ayer, en nuestro nacimiento, cuando nuestros Padres le consagraron la Provincia; y en nuestro renacimiento, cuando se restableció la Visita a su Santuario, para consagrarle a Pastores y fieles unidos, la sentimos presentes HOY en nuestra supervivencia, cuando el arranque del nuevo siglo provincial y el nuevo milenio cristiano, volvemos con Ella a consagrarnos para las nuevas labores provinciales.

En la encrucijada del ayer y del mañana, nuestro Hoy es María Sma. Del Socorro.
Desde el remoto ayer, en el que nace S. Agustín; y eslabonando los siglos y continuando su Obra, a través del pasado, toda su Familia Agustiniana; la Provincia Michoacana escruta con esperanza el insondable mañana de nuestra supervivencia y encontramos al Centro a nuestra Reina, Patrona y Madre.

¡MADRE SANTÍSIMA, TU ERES NUESTRO SOCORRO, AYER, HOY Y SIEMPRE!
VIVE SIEMPRE EN TUS HIJOS ¡OH GRAN PADRE AGUSTÍN!

Fuente: Provincia Agustina de Michoacan, Dan Nicolás de Tolentino, México