Virgen Venerable

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La veneración es aquel honor y reverencia que se le da a una persona en testimonio de su excelencia, de su virtud sobrenatural, de su santidad y consiste en una gran consideración de nuestra mente hacia la persona dotada de estas cualidades en un correspondiente afecto del corazón, estima y aprecio.

Por consiguiente la santidad es objeto de veneración. Si queremos conocer por que merece María el título de Venerable hemos de considerar la grandeza de su santidad.

Muchos cristianos confunden la perfección cristiana o la santidad con los medios para obtenerla; otros hacen consistir la santidad en las penitencias exteriores; otros en largas oraciones; otros en despojarse de toda cosa por amor al prójimo y así por el estilo. Estas y semejantes prácticas son medios muy útiles para llegar a la santidad; serán, con la gracia Divina, principio y señal, fruto y efecto de la santidad, pero no son la santidad esencial. De hecho ha habido santos que no lo dieron todo a los pobres, que no practicaron penitencias extraordinarias, que no hicieron largas oraciones. La santidad es la perfección en el amor.

La esencia de la perfección evangélica consiste en la unión con Dios. Dios es santo por naturaleza; nosotros cuando estamos unidos a El, somos santos por gracia. La unión con Dios es efecto de la caridad, cuando el cristiano observa y vive perfectamente el precepto básico de la ley evangélica: "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas" y el segundo: "Ama al prójimo como a ti mismo" (cfr. Marcos 12.28-34) (cfr. Mateo 22.37-40), está viviendo la santidad.

La medida de la santidad de María es su ardiente Caridad de Madre de Dios.

Para conocer lo digna que es de VENERACIÓN, sería necesario profundizar en los abismos inaccesibles de su corazón y medir su amor y esto solo Dios puede hacerlo.

La gracia de Dios es la que nos hace santos, es por eso que la plenitud de la gracia confiere la plenitud de la santidad. La gracia, semilla y fruto de la santidad, hace que Dios esté en nosotros y nosotros en Dios.

María fue declarada y proclamada solemnemente de parte de Dios, por medio del Arcángel Gabriel: LLENA DE GRACIA Y POSEEDORA DEL SEÑOR.

¡Cuán SANTA y VENERABLE ERES, OH MADRE!.

Fuente: mercaba.org