María, Discipula Ideal

Monseñor John J. Nevins, D.D.
  

En mis 48 años de sacerdocio y 24 años como Obispo, María ha sido siempre para mí fuente de consuelo e inspiración. Ella es el ejemplo de cómo Dios puede elegir a los menos preparados entre nosotros y hacerlos fuertes por medio de su gracia.

En la historia de la humanidad, el oro fue uno de los primeros metales en ser altamente valorado. ¿Qué lo hizo tan valioso?. Su precio vino no solo por su bella apariencia. El oro puro es el más maleable de los metales. Puede ser batido y estirado hasta .00001 mm. de grueso, tan delgado que actualmente viene a ser translúcido. Puede incluso ser una hebra de hilo. Además, el oro puro es un excelente conductor del calor y la electricidad.

Por supuesto, todo lo que reluce no es oro. El metal casi siempre se funde mezclado con otros metales para reducir su maleabilidad y conductividad. Los mineros pueden apreciar las impurezas por el color del oro. La plata le presta un tinte verdoso, el cobre le proporciona un color dorado tirando a rojo, el blanco muestra una aleación de platino y el aluminio le tiñe de morado. Una nuez de oro puro es realmente rara de encontrar. El sacerdote y escritor Irlandés Flor McCarthy llama a María nuestra "niña de oro", la versión humana del oro de 24 kilates. Ella estaba deseosa de entregarse a la voluntad de Dios, ella confió totalmente hasta ser moldeada por el plan de Dios. Como consecuencia de esto, además ella se volvió luminosa. La luz del amor de Dios y de la gloria de Dios brilló a través de ella. Como María dice en su Magnificat, "Mi alma proclama la grandeza del Señor".

Mas aún, así como el oro puro es el mejor conductor del calor y la electricidad, María permitió a Dios ser utilizada para conducir al divino Hijo de Dios hacia una hechura verdaderamente humana. Ella se hizo humilde para conducir a Dios dentro del mundo de una manera nueva. Cuando hablamos de la pureza de María, no se trata de una fría absencia de pasión, sino más bien una confianza en Dios y en el plan de Dios, a pesar de que no estaba todavía segura de hacia donde esto la conduciría. Estaba dispuesta a servir a Dios sin cualquier impureza que pudiera disminuir su capacidad de ser dócil y activo instrumento en el plan de salvación de Dios.

De la misma manera que el oro tiene impurezas, tú y yo tenemos impurezas que nos impiden el estar dispuestos a aceptar la voluntad de Dios o extender el amor de Dios. Sin embargo, también tenemos oro dentro de nosotros. El bautismo y el recibir la Eucaristía (comunión) nos hacen más capaces de decir con María, "Hágase en mí tu palabra". Así como los fracasos y éxitos nos purifican, de la misma manera poco a poco Dios nos va dando lo que El ya ha dado a María desde su concepción: un espíritu sin ataduras de pecado. María es una señal de la perfección que Dios nos tiene reservada. Cuando nuestra transformación sea completa también descubriremos a Dios actuando en nosotros y a través de nosotros. Podremos también exclamar con María, "El Todopoderoso ha hecho obras grandes por mí, Santo es su nombre".

Fuente: dioceseofvenice.org