Nuestra Señora de los jóvenes

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

 

Juventud es signo de esperanza, y María es signo de presencia de Cristo. A los jóvenes se les va a confiar un mundo maltrecho, no para que lo destrocen, sino para dignificarlo, pues, siempre se ha de tender a la perfección. A los jóvenes de hoy se les confiará la misión de la Iglesia, ya que ésta durará hasta el final del mundo.
Una de las virtudes que debe florecer en todo joven de manera especial es la de la esperanza. Los jóvenes y María son dos realidades que llevan como algo connatural la esperanza. 
Desde el punto de vista cristiano el combustible de la esperanza del joven es María:
1. Porque el joven realmente se alimenta en su lucha de transformar el mundo por vía del amor bajo la acción de María. (26-4-81): Orad a María, para que os acompañe, os proteja y os sostenga en el esfuerzo para transformar el mundo con el amor”.
2. por la connotación natural de María con Jesús, “que es el horizonte del joven”. A Jesús vamos por María, y con María llegamos a Jesús.
María tiene “gancho” para atraer a los jóvenes. ¡Cuantas asociaciones o movimientos juveniles tiene a María como modelo a imitar así llegar a Jesús!. 
La delicadeza de su maternidad se hace sentir en cada cristiano verdadero, desde el niño al adulto, pasando por el joven por eso esa esperanza de un mundo más humano y acogedor no hay que perderla, ya que mientras nos sintamos amados por una Madre hay un atisbo de esperanza, no sólo pensando en una mejora personal, sino también en los demás.
María cala hondo en los jóvenes, quienes se sienten atraídos por Ella se verán influenciados positivamente en toda su vida. En María tenemos salvada la esperanza de los jóvenes.