Nuestra Señora de las Cumbres

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

 

Siempre ha sentido una tendencia a las alturas como lugar más cercano a Dios.
El auténtico cristiano quiere escalar esta tierra en que habitamos e ir dejando postas marianas, que le recuerden y ayuden a poner su mirada en el cielo, donde encontramos a María en la cima de la perfección y coronada como Señora de todo el Universo.
Podemos hacer una escalera de altares construidos por el hombre en honor de María:

ü   A 14 m. de profundidad fue sumergida bajo las aguas de Niza una imagen de la Virgen hecha de cemento blanco.
ü   Saliendo a flor de tierra podemos contemplar infinidad de monumentos erigidos en memoria de María. 
ü   Sobre el edificio del Ayuntamiento de Cádiz hay una campana en cuyo interior se puede leer la siguiente inscripción: Ave María gratia plena.
ü   A 1.146 m. de altura en cerro Mugrón de Almansa (Albacete) encontramos una imagen de María.
ü   A 1.700m. la Virgen está también en Gredos desde el 5 de agosto de 1964.
ü   Saliendo de España encontramos a la Virgen de la Caridad del Cobre sobre el Pico Tarquino (1.950 m.), es el más alto de al isla de Cuba.
ü  A 2.020 m. en Jalambre (Teruel)
ü   A 2.707 m. fue entronizada la Virgen del Puilar en Aspe (Huesca).
ü   En infinidad de picos y cumbres encontramos colocada con cariño la imagen de María, sírvanos de ejemplo la Sierra Nevada, en donde encontramos las cimas más altas de España.
ü   A 3.007 m. ha sido colocada Nuestra Señora de la Isla, en Guinea Ecuatorial, en la antigua isla de Fernando Poo en la cima del Pico de Santa Isabel.
ü   En varios macizos de los Alpes, en Francia, como en el gran Paraíso (4.061 m.) y en el Pico Dolent (3.823 m.), en el Mont-Blanc. 
ü  El altar más alto dedicado a María está en la cima del Godwin Auste (8.811 m.), en las cumbres del Himalaya, allí colocaron a la Madonna del Himalaya el 31 de julio de 1.954 un grupo de alpinistas italianos, la imagen había sido bendecida por el Cardenal Schuster, arzobispo de Milán.
ü   En el primer vuelo espacial “Apolo” los tres astronautas llevaron sendas medallas de la Virgen de Loreto, a los dos compañeros del viaje se las había proporcionado el astronauta católico Jame Mc. Divitt.

En las alturas el hombre ha querido dejar como rastro de su paso por aquellos lugares una imagen de la Virgen, al mismo tiempo es también un símbolo del cuidado materno de María, que se extiende a todos los lugares y momentos donde se encuentran sus hijos.
Con este rastreo a grandes pasos por la geografía de nuestro mundo podemos concluir proclamando a María: Nuestra Señora de las Cumbres.