Santa María de la Paz

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

 

Cuando María va la templo a someterse a la ley de la purificación, 40 días después del alumbramiento de su Hijo, rescata al mismo tiempo a su Primogénito con el intercambio de un par de palomas, como lo hacían  las gentes pobres.

¿Por qué un par de palomas? ¿Desde cuándo las palomas son signo de paz?. Jesús nos habla en unas recomendaciones que hace, aconsejándonos a que seamos sencillos como palomas.

¿Tiene algo que ver la sencillez y la paz?. Ciertamente la paz nos la construimos nosotros, empezando a estar en paz con nosotros mismos, con Dios y con los demás. La paz se apoya en la sencillez, porque no es cuestión de cacarear nuestro propósito de paz, sino comenzar paro construirla en nuestro interior, para ello tenemos que perder todo aquello que nos estorba en nuestra relación:

"    Con Dios (el pecado)

"    Con nosotros mismos (soberbia, autosuficiencia, defectos contrarios a la sencillez, que es el apoyo de la paz).

"    Con los demás (desprecios, marginación, olvido, etc...).

María disfrutaba de la paz interior, pues, tenía una íntima y profunda relación con Dios, como Padre, como Hijo y como Espíritu Santo, ya que antes de concebir a Cristo en sus entrañas, lo había concebido en su corazón.

Se presentaba en el grupo de los pobres, de los que no imponían sus criterios ni por la fuerza de la palabra (no se les escuchaba), ni por la fuerza de su pensamiento (consideraban unos “pobres hombres” a los que eran hombres pobres). La sencillez y la pobreza tienen raíces vitales comunes; los pobres, si son conscientes de su estado, son sencillos, humildes, pues, si son altaneros ¿Cómo acudir al pudiente para que les socorra?.

Con la base de la sencillez y la pobreza se puede construir la paz, pues, ésta tiene que capitular dentro de unos límites y para ello necesita ese desprendimiento de su parecer, para que se puedan limar asperezas y desajustes, ya que no habría paz ni con Dios , ni con los demás, ni con nosotros, si no nos desprendemos del lastre de nuestro pecado.  El hombre pone su ilusión en el tener, sin fijarse en aquello que colecciona, y dentro de ese afán de posesión va acaparando cada vez más faltas y pecados, como si de valiosas reliquias se tratase.

Mariano tenía que desprenderse de nada que le entibiase su amor  a Dios, pero sí le ofreció lo qué más quería en este mundo, a su Hijo; y lo hace de una manera sencilla y simple, consciente del valor del ser que ofrenda.

El ser pobre no es un obstáculo para acercarse a Dios, sino una condición indispensable para desear entablar una relación amistosa con El, pues, el ser criatura lleva una total dependencia de Dios creador, si además se le añade la condición filial, no se puede prescindir de Dios Padre amoroso, que cuida con exquisitez de todos y de cada uno de nosotros.

La relación con Dios en línea de pobreza lleva consigo además una actitud de sencillez, por eso María al ser consciente de su pobreza material se acerca al templo, llevando en sus brazos al Príncipe de la paz, realidad de la que entonces se carecía, pues, el hombre estaba enemistado con Dios, por eso no podía desfrutar de uno de los frutos, que proporciona el Espíritu Santo a los que le dan cabida en su corazón (Gal. 5,22).

María en su presentación en el templo hace el ofertorio de la Misa que concluirá en el Calvario, allí recogerá en sus brazos la situación humana de la ofrenda una vez que fue recibida por el Padre. Con el dar su vida por nosotros en la cruz y por su exaltación en la Resurrección Cristo abrió los cauces por los que el hombre se pondría en paz con Dios.

La paz es fruto, muchas veces, de una ardua lucha. María sabe bien este camino, pues, le costó todo el dolor de una madre, que ve morir injustamente y vilmente a su único Hijo. Ella fue constante en el ofertorio, que hizo en el día de la presentación de su Primogénito en el templo y lo terminó con plena entereza, “estaba de pie” junto a la cruz de Jesús.

¡Santa María de la paz conquistada para nosotros palmo a palmo a través de toda una vida en la que no faltaron los dolores, soledades, incomprensiones, etc...!