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Sor Lucia y la Virgen de Fátima Padre
Llucià Pou Sabaté
Este
mes de febrero, el día 13, el día que solía aparecer “la Señora”
a los pequeños pastores de Fátima, la Virgen se llevó al cielo a sor
Lucia. En
el mensaje que mandó Juan Pablo II para el funeral, se lee: “ha sido
llamada por el Padre celestial a la eterna morada del Cielo. Ha
alcanzado la meta a la que siempre aspiraba en la oración y el silencio
del convento”. Era la
última que quedaba viva de los videntes de este lugar emblemático de
Portugal, que en la sencillez del mensaje ha tocado los puntos cruciales
de la historia de Europa del siglo XX. Sencillez por un lado, pues la
Virgen habló de cosas sencillas: rezar el rosario, pedir perdón a Dios
por los pecados propios y ajenos, para que los pecadores se conviertan y
vayan al cielo por la misericordia divina, a través del corazón de María.
Pero junto a estos consejos, las apariciones de los días 13 de aquellos
meses de 1917 fueron marcando una serie de hechos misteriosos, una
lectura sobrenatural a los grandes dramas del siglo XX. El
corazón del hombre alberga tantas cosas buenas, pero en ocasiones nos
muestra un abismo de maldad, y la historia reciente nos muestra un mundo
que está enfermo sin Dios:
basta ver los frutos del
nazismo y el comunismo. Así lo recordaba el mensaje: “esparcirá
(Rusia) sus errores por el mundo promoviendo guerras y persecuciones a
la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho
que sufrir, varias naciones serán aniquiladas”. Los pobres pastores
no sabían aquel julio de 1917 que vendría la revolución bolchevique
en octubre. “Cuando veáis una noche alumbrada por una luz
desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da”... dicen que
fue aquel 25 de enero de 1938 cuando se vio incluso desde España la
aurora boreal, poco antes de la anexión de Austria por parte de Hitler.
Y luego, la guerra, la persecución religiosa a los países satélites
que hubo posteriormente, etc. Ante
la “cultura de la muerte” la figura amable de Fátima es un canto a
la esperanza que nos abre el corazón a Cristo, que sigue en agonía en
su Getsemaní que son los que sufren cada día, hasta llegar a sudar
sangre cada vez que hay un derramamiento de sangre... pero al final de
la cruz está la resurrección, con ella Jesús vence el mal, nos abre
las puertas a la trascendencia.
La
Virgen en Fátima, en su aparición en la Cova da Iria a Lucia, Jacinta
y Francisco aquel 13 de mayo de 1917, predijo tantas cosas de la segunda
guerra mundial y la caída del comunismo (la consagración de Rusia al
Corazón Inmaculado de María). La caída del muro de Berlín tuvo unas
causas visibles, los personajes que intervinieron en la historia, pero
incluso los racionalistas que no tengan fe no dejan de ver aquello como
algo imprevisto, recuerdo el tono de sorpresa con que vivimos todos
aquellos días, y fue también lo que se transmitía en los medios de
comunicación.
Desde
el 13 de mayo de 1981 cuando cayó el pontífice en el atentado de la
Plaza de San Pedro, se ha puesto de especial actualidad pues era
directamente lo que decía el texto que quedaba “secreto”, la última
parte inédita del mensaje de la Virgen. Así, el Papa convaleciente del
atentado pidió que le llevaran el texto al hospital, pues se reconoció
a él como el hombre vestido de blanco que caía bajo los tiros
asesinos, en la visión de Fátima. Quiso engarzar la bala -que desvió
la Virgen en su trayectoria- en la corona que adorna la venerada
imagen en la capilla de las apariciones. Y fue esta la imagen que
presidió en Roma en 1984, el 25 de marzo, en la claurura del Año Santo
extraordinario de la Redención, la consagración del mundo al Corazón
Inmaculado de María.
Luego,
en el décimo aniversario del atentado, el 13 de mayo de 1991, el Papa
regresó a Fátima. Este nombre, Fátima, tiene quizá más cosas por
significar
ahora, en la era de la globalización que nos lleva a
pensar en el futuro de cada nación en unión al futuro de los demás países.
Esta aldea lleva el nombre de la hija predilecta de Mahoma. Ahí fue
donde esas almas sencillas (Lucia de 10 años, y los primos Francisco y
Jacinta con 9 y 7 años), mientras cuidaban ovejas en Cova da Iria, se
les apareció “una Señora más brillante que el sol” que pasaba con
ellos un rosario de cuentas blancas, y así el 13 de cada mes a mediodía
iba quedando con ellos, para darles a conocer lo que deseaba. En octubre
se presentó como “la Señora del Rosario” y aconteció el hecho
portentoso profetizado: el “baile del sol”, que secó las ropas
mojadas por la lluvia a las 70.000 personas que estaban ahí para
comprobarlo, admiradas por el portento. Muchos ateos que acudieron para
desenmascarar el engaño, se convirtieron. Los videntes (Francisco murió
a los 11 años, Jacinta antes de los 10, y sor Lucia a los 97) nos han
dejado el mensaje de paz y de devoción mariana: “Dios quiere
establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón”.
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