Sor Lucía (1907-2005): inconmovible amor a Dios

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El domingo pasado, 13 de febrero, falleció en el convento de clausura Santa Teresa de Coimbra, Lucía Dos Santos, única superviviente de aquellos tres pastorcitos a quienes la Virgen se les apareció en 1917.

Sor Lucía, que nació el 22 de marzo de 1907 en una localidad cercana a Fátima, Portugal, tenía diez años de edad cuando vio, junto con sus primitos Jacinta Marto y Francisco Marto —beatificados por Juan Pablo II el 13 de mayo de 2000— a la Santísima Virgen María en la Cova (Cueva) de Iría.

Tal como les anunciara la Madre de Dios, mientras que a los hermanitos les tocó una vida muy corta pero con mucho sufrimiento, la de Lucía pudo llegar a una edad avanzada: 97 años.

Estuvo desde los 14 años con las Hermanas Doroteas, pero en 1946, a los 29, se decidió por la vida contemplativa, ingresando en el Carmelo de Santa Teresa de Coimbra, donde profesó sus votos en 1949.

Escribió dos libros: Memorias y Llamamientos del mensaje de Fátima, y en ellos cuenta cómo la Virgen y el Niño Jesús se le aparecieron otras veces en los años sucesivos al acontecimiento de Fátima.

También es autora de un manuscrito inédito titulado Os apelos da Mensagen de Fatima, en el que recoge pensamientos y reflexiones en clave catequética y parenética, pero dijo que no lo publicaría a menos que el Papa estuviera de acuerdo.

En 2001 sor Lucía escribió un comunicado para desmentir que ella hubiera recibido «nuevas revelaciones» —cartas de advertencia al Papa y reinterpretaciones apocalípticas del mensaje de Fátima—, que tan de moda se pusieron tras los atentados del 11 de septiembre. Confirmó tajantemente: «Se ha publicado todo; no hay más secretos». Y agregó: «Si hubiese recibido nuevas revelaciones no las habría transmitido a nadie, pero se las diría directamente al Santo Padre».

A pesar de todo, sigue habiendo malos entendidos en torno al mensaje de Fátima. Por ejemplo, respecto de la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María. Los tres pastorcitos nunca habían oído hablar de ese país. «Nosotros pensábamos que era una mujer muy mala», recordaba sor Lucía en una entrevista que le hiciera la revista católica Christus en 1998. Sin embargo, el deseo de la Virgen se cumplió el 25 de marzo de 1984, y Gorbachov, «sin saberlo, fue un instrumento de Dios para la conversión».

Aun así, hay agrupaciones y sitios de internet que promocionan una campaña internacional de recogida de firmas para que el Papa le consagre a la Virgen la nación rusa porque, dicen, la realizada por Juan Pablo II apenas habría sido un «intento de consagración» incapaz de satisfacer los deseos de Nuestra Señora. A lo anterior respondió sor Lucía en 2001: «Ya he dicho que la consagración deseada por Nuestra Señora se hizo en 1984, y ha sido aceptada en el Cielo».

La vida de sor Lucía puede ser resumida en una frase: su inconmovible amor a Dios, a su Iglesia y a su vicario. En una ocasión los cardenales le preguntaron qué mensaje tenía para este mundo confuso de hoy, a lo que la religiosa respondió sin dudar: «Quien no está con el Papa no está con Dios; y quien quiera estar con Dios tiene que estar con el Papa».

Fuente: elobservadorenlinea.com