Guadalupe 

Padre José Luis Martín Descalzo


Pocos nombres hay en toda la geografía española tan evocadores como este de Guadalupe.

Un nombre que nos habla, en primer lugar, de historia. Realmente no hay pagina en la historia española de los grandes siglos gloriosos en el que la figura de la Virgen de Guadalupe 16 agosto 1987
no aparezca. Hasta Guadalupe peregrinaron nuestros reyes, a su Virgen dedicaron poemas los grandes de nuestras letras, a sus pies rezaron nuestros más grandes Santos. Y así es como 
Guadalupe es parte viva de nuestra cultura, de nuestra vida como nación. 
Pero Guadalupe no es solo historia. Cuando Juan Pablo II visitó España y se acerco a tierras extremeñas, quiso en Guadalupe pisar tierra y pisar esa Jura y pobre tierra hablando no de 
los esplendores del pasado, sino de los problemas del presente: de la emigración, de la justicia que siguen esperando las regiones menos desarrolladas, de la vida pobre de millones de agri
cultores españoles. 
Y era importante recordar esto. Porque no podemos reducir la devoción mariana a lo puramente sentimental. Por eso es alegre ver que los extremeños han unido la devoción a la Virgen de Guadalupe al día de su región, a la reivindicación de la ayuda que los extremeños necesitan. La Virgen, que vivid pobre, puede entender mejor que nadie las esperanzas de los 
pobres. Ella -como dijo en Extremadura el Papa- no solo es madre para el cielo, sino que "también es nuestro modelo en la fe y en las virtudes que hemos de imitar durante nuestra peregrinación terrena". 
Pero Guadalupe evoca aun una tercera cosa: el espíritu misionero. En la evangelización de América fue Guadalupe el santuario en el que templaron armas todos los grandes misioneros y colonizadores. Por eso, justamente, los extremeños
están orgullosos de que su Virgen ostente el titulo de "Reina del a Hispanidad"
Hoy Guadalupe tendría que recuperar ese glorioso papel de  puente hacia Hispanoamérica y de despertador de vocaciones misioneras en España.