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Hay milagros esperando
Padre Eusebio Gomez Navarro OCD
Cuenta Martín Descalzo una
anécdota que le ocurrió a él en el santuario de Lourdes. Había un anciano en
una camilla que se le veía ya a las puertas de la muerte a causa de un
cáncer de intestino. Éste confesó la razón por la que no había pedido su
curación:
“Al ver en la explanada a un grupo de chiquillos con parálisis, pensé que su
milagro era más urgente que el mío. Ellos no han vivido aún; yo sí,
demasiado. Y los milagros han de guardar turno, han de ser justos. Por eso
he pedido que pusieran mi milagro en la cola y resolvieran primero lo de los
chavales”.
Lourdes, es un pueblo mundialmente famoso, centro de muchas miles de
peregrinaciones, sobre todo de enfermos. Su historia empieza el 11 de
febrero de 1858. La protagoniza una niña de catorce años: Bernardette
Soubirous, que pertenece a una familia de molineros muy pobres.
Un día ve un gran resplandor en la gruta, y aparece una celestial señora
vestida de blanco. La Señora la mira dulcemente y dice: Soy la Inmaculada
Concepción. Poco antes, el Papa Pío IX había proclamado este dogma mariano.
Alexis Carrel , Premio Nóbel de Medicina y Presidente de la Academia de
Ciencias francesa, eminente científico, cirujano y excelente ensayista,
escribió varios libros muy sugestivos. En uno de ellos habla extensamente de
Lourdes. El citado Alexis Carrel, incrédulo positivista, forma una comisión
de relevantes figuras de la Academia de Ciencias, que preside, para
trasladarse a Lourdes y examinar los fenómenos curativos y desmentirlos
categóricamente.
Alexis Carrel vio con sus propios ojos varios milagros de curaciones súbitas
de enfermos muy graves e incurables. Humanamente no tenía explicación
alguna, su mundo de ideas se derrumbó y desde aquel día hasta su muerte, fue
un fervoroso devoto de la Virgen.
Juan Pablo II fue un peregrino de Lourdes. El mismo lo anunció en la
Audiencia General, 11 de agosto de 2004. Decía a los fieles: El sábado y el
domingo próximos realizaré una peregrinación apostólica al santuario mariano
de Lourdes. En ese lugar bendito tendré la alegría de celebrar la solemnidad
de la Asunción de María santísima al cielo.
El motivo de la peregrinación es el 150° aniversario de la definición
dogmática de la Inmaculada Concepción de María, proclamada por el beato Papa
Pío IX el 8 de diciembre de 1854. Cuatro años después, la Virgen se apareció
a santa Bernardita, en la gruta de Massabielle, presentándose precisamente
como “la Inmaculada Concepción”. Por tanto, considero un don especial de la
Providencia la posibilidad de volver a Lourdes bajo el signo de esta
luminosa verdad de fe.
En un único acto de alabanza a Dios y a la Virgen, abrazaré los dos grandes
misterios marianos: la Inmaculada Concepción y la Asunción al cielo en
cuerpo y alma. En efecto, esos dos misterios constituyen el inicio y la
conclusión de la vida terrena de María, unidos en el eterno presente de
Dios, que la llamó a participar de modo singularísimo en el acontecimiento
salvífico de la Redención llevada a cabo por nuestro Señor Jesucristo.
En este año 2008 se cumple el 150 aniversario de la primera aparición de la
Inmaculada Concepción en Lourdes, a la pequeña Bernadette Soubiroux.
La historia de Lourdes es una historia de grandes torrentes de
peregrinaciones de enfermos, de penitencia y conversión y de honda
experiencia de Dios, de la mano de la Virgen. Son muchos los que han sido
tocados en aquel lugar por el Espíritu Santo, y han sido sanados en sus
vidas.
El Papa Benedicto XVI ha afirmado que este aniversario de las apariciones
«nos invita a dirigir la mirada hacia la Virgen Santísima, cuya Inmaculada
Concepción constituye el don sublime y gratuito de Dios a una mujer, para
que pudiera adherirse plenamente a los designios divinos con fe firme e
inquebrantable, a pesar de las pruebas y sufrimientos que debía afrontar».
Coincide con este aniversario, la celebración del Congreso Eucarístico
Internacional en Quebec (Canadá). Por eso, el propio Santo Padre ha querido
titular su Mensaje La Eucaristía, Lourdes y la atención pastoral a los
enfermos, subrayando que existe un «paralelismo espiritual ideal» entre el
misterio de la Eucaristía y la Jornada Mundial del Enfermo: «El dolor,
acogido con fe, se convierte en la puerta para entrar en el misterio del
sufrimiento redentor de Jesús y para llegar con él a la paz y a la felicidad
de su resurrección».
Son muchos los peregrinos que se han acercado a Lourdes, se acercan y se
acercarán. Hay muchos recuerdos y experiencias que saben a cielo y a gloria,
que dejan huella en la vida de las personas. Una de tantas es la de Alfonso
Martínez Pérez quien nos cuenta: «Recuerdo, siendo un niño, cómo mi padre y
hermanos montaban en el Tren de la Esperanza, ayudaban a los enfermos, les
sonreían, les cogían de la mano o se daban el abrazo de la verdadera amistad
que sale del corazón. Yo, casi sin entender el por qué de aquello, observaba
y callaba: era muy pequeño, pero aquellas caras, aquellos gestos de amor me
marcaron de tal modo, que un día decidí, con la ilusión propia de un niño,
que yo también quería ir a Lourdes».
Hay gestos de amor que marcan para toda la vida. María, la Madre de todos,
nos hace comprender que cada día hay esperando muchos milagros más urgentes
que los nuestros.
Fuente: autorescatolicos.org
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