Virgen de Lourdes: Muéstranos a Cristo

 

Hno. Ramón Gutiérrez Pavez, a.a.

 

 

El Mensaje de Lourdes se comprende adecuadamente, cuando se conoce el lugar que ocupa la Virgen María en el Evangelio.
En los Evangelios siempre aparece María en función del Señor, su figura emerge delicadamente en un segundo lugar, por decirlo de manera comprensible. Sin embargo, sin ella, la persona del Mesías aparecería muy lejana para nosotros los simples mortales. María nos hace humano al Señor. Por eso, María nos muestra su Hijo y nos lleva hacía El.


El 25 de marzo de 1858, la Virgen María revela su nombre a Bernardita. Es el día en que ocurre la decimosexta aparición en Lourdes de Francia. Es el día en que la liturgia celebra la Anunciación del Señor. Esto no es una coincidencia. Es un signo. La Madre de Dios que visitó a la humanidad, de parte de Dios, dice que es la Inmaculada Concepción el mismo día en que se medita la Anunciación del Señor, de Jesús.


Ahora, cuando se cumplen ciento cuarenta y cinco años de las apariciones de Lourdes, necesitamos que la Virgen nos muestre su hijo. Necesitamos que Dios habite nuestras vidas que se desgastan por innumerables sinsabores.
La vigilancia materna de la Virgen es un aliciente para nosotros. Lo que mejor nos ayuda a ser felices y a vivir sonrientemente esperanzados es que María nos entrega a Cristo y esta entrega es ambivalente: la Virgen nos ofrece a su hijo, o sea nos dice: "aquí está el único que te puede dar la plena felicidad" y, al mismo tiempo, como intercesora le dice a Jesús: "no abandones a los hijos que me diste al pié la cruz, ellos te necesitan".


Celebrar la fiesta de Lourdes, este año 2003, es aventurarnos en un nuevo camino: el camino de la santidad aferrados a Cristo y cariñosamente protegidos por María.
Trabajemos para que el Señor nos libre de esas tendencias desordenadas que nos hacen tanto daño y que van corrompiendo toda nuestra sociedad.
Hace tiempo que necesitamos ordenarnos como sociedad. Los avances técnicos, el desarrollo que tantos goces nos ofrece, nos ha desarmado el alma, nos ha endurecido el corazón, nos ha convertido en mezquinos y en egoístas.

La fiesta de Lourdes es fiesta de alegría y de esperanza, porque es la celebración de la Madre, es un buen momento para re-orientar nuestra vida conforme a las enseñanzas del Señor Jesús. 

Mucho desarrollo y bienestar, con poco Evangelio, nos lleva inexorablemente al despeñadero. 
Y si de peñas hablamos, Cristo es la roca firme y María nos habla desde la roca de la gruta bendita.

Abramos los ojos, porque Cristo está cerca, está aquí a nuestro lado.


Fuente: elecodelourdes.cl