Madre de España y Madre de la Hispanidad

Elena Baeza Villena

 

Así es como llamamos a La Virgen del Pilar, los españoles y muchos hispanos. Unos le dicen “la Pilarica” es que es tan pequeña, pero tan grande en amor.  Según una antiquísima tradición, la Virgen, cuando aún vivía, se apareció en carne mortal al Apóstol Santiago el Mayor en Zaragoza, acompañada de ángeles que traían una columna o pilar como signo de su presencia. Nuestra Madre venía a confortar al Apóstol, a quién prometió su asistencia maternal en la evangelización que estaba llevando por España. Desde entonces, el Pilar es considerado como el símbolo de la firmeza de fe. En estos días incontables peregrinos de todos los lugares se dirigen a Zaragoza, para encontrar en su Virgen el pilar firme, los cimientos seguros, donde se asienta la fe y donde esta fe se guarda. Hoy, cuando quizás nos encontramos con un ambiente en el que abunda la debilidad y la flaqueza, tenemos la ocasión de pedirle que seamos generosos en el amor. De esto Ella sabe mucho. Lo sabe todo. La Virgen es una criatura como nosotros, con un corazón como el nuestro, capaz de gozos y alegrías, de sufrimientos y lágrimas, que durante su vida terrena no le fueron ahorradas, la experiencia del dolor, del cansancio del trabajo, ni el claroscuro de la fe. Aunque la pureza, la humildad y la generosidad de María contrastan con nuestras miserias y con nuestros egoísmos tenemos que acudir como nuestros hijos acuden a nosotras. Y que hacemos nosotras cuando nuestros hijos nos necesitan, nos piden nuestra ayuda? Nunca les defraudamos ahí estamos las madres arropándolos, y dando la vida si nos fuera posible por ellos. Que hará entonces nuestra Madre del cielo. Hoy es un día grande para España, para Zaragoza, para sus jotas, y es que La Virgen del Pilar está tan unida a la jota, que sin ella no sonaría igual.

Fuente: autorescatolicos.org