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La
Anunciación de Fray Angélico
Adolfo
Caretto
Entre
las Anunciaciones, para mí las de Fray Angélico. Digo “las” porque el
tema de la “anunciación”, del anuncio del Ángel Gabriel a la Virgen
sobre su estado, fue una constante en la inspiración del famoso pintor
dominico. Y entre las Anunciaciones, una: la que se encuentra en el museo de
El Pardo, en Madrid.
Fray Angélico,
italiano, fue un fraile que hizo de la pintura una meditación, o que hizo
de la meditación el reflejo de su pintura. De ahí que el pincel del famoso
pintor dominico se convirtiera en el instrumento para materializar no
solamente el misterio sino su éxtasis ante el misterio. Porque no veo en
esta Anunciación otra cosa que no sea éxtasis.
Los colores
son de éxtasis: azul puro, amarillo oro puro, verde de un paraíso terrenal
puro, de ese paraíso terrenal donde Adán y Eva transitan, ya avergonzados,
ya carentes de la alegría original, luego de la mala pasada de la metáfora
de la manzana.
¿Qué tiene
que ver el jardín del paraíso en este cuadro de la anunciación?. Teológicamente,
todo. Porque no se hubiese dado el milagro de la redención sin el
quebrantamiento del orden originalmente establecido. Por eso me gusta esta
Anunciación de fray Angélico: por su rotundo contenido teológico, por la
causa y por el efecto, además, claro está, de por la plasticidad. A un
pintor dominico no se le podía pedir otra cosa. Quiero decir que todo
pintor dominico, por vocación, debe ser predicador, y esta predicación de
fray Angélico es perfecta en contenido y en forma.
Se me antoja
pensar que está tono no solamente con su tiempo sino, y sobre todo, con el
tiempo. ¿Es exagerado afirmar que en aquella época los pintores religiosos
eran los auténticos protagonista de lo audiovisual moderno? ¿Qué
diferencia hay entre un lienzo y una pantalla de televisión, de cine o de
un ordenador? Si ellos utilizaban aquel “truco” para predicar, por qué
no hoy el truco de la pantalla? Si el predicador lo hacía desde el púlpito,
¿por qué no hoy el púlpito de los modernos medios?
Ahora que
tanto hablamos de la educación religiosa y otros asuntos pues ha hacerlo
como Dios manda, a utilizar lo que tenemos, a no querer depender de quien no
se debe depender, a ser libres en la predicación sin estar atados a economías
y otras presiones porque, una predicación subvencionada está al borde de
la tentación de claudicar.
Cada época,
es verdad, tiene sus mecenas; lo que necesitamos es conseguir el mecenas
apropiado para la época apropiada.
fuente:
avmradio.org
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