María en el arte: Los iconos de las fiestas de la Virgen

 


Luis Silvestre Casas, Capuchino

 

 

LA DORMICIÓN DE LA MADRE DE DIOS

La fiesta de la Dormición o Descanso de la Madre de Dios se celebra desde tiempos antiguos el 15 de agosto, época en que se preanuncia la vendimia y maduran los frutos de los árboles.

No se habla de muerte, aunque se separen alma y cuerpo, pues el cuerpo de María alcanza el destino querido por Dios para todos los hombres: la vida nueva en Cristo, compartiendo su gloria y eternidad. Por eso se habla de Descanso o viaje, pues saliendo de la dimensión del cuerpo se entra en otra mejor.

Es la tradición la que ha perpetuado esta fiesta, pues en la Escritura no encontramos referencia alguna sobre el hecho. A lo largo de la historia de la Iglesia, teólogos, poetas y oradores contribuyeron a difundir y afirmar esta memoria, convirtiéndola en la fiesta mariana más importante de la Iglesia Bizantina.

El Papa Pío XII, en 1950, con la bula Munificentissimus Deus proclamó el dogma de la Asunción, confiriendo un nuevo vigor a la celebración de la fiesta que no obstante siempre había sido la más popular. 

El esquema iconográfico de la Dormición, se ha mantenido constante en las distintas épocas. La representación que los iconos de la fiesta transmiten, parece estar contenida en una breve composición poética atribuida a Juan Damasceno. En ella, el poeta imagina a la Virgen diciendo a los apóstoles que se hagan cargo de su cuerpo, y a su Hijo y su Dios que tome su espíritu, apareciendo lo humano y lo divino en la realidad temporal. 

Cristo, rodeado de la almendra luminosa que alude a la gloria, es el centro del icono y donde convergen las directrices de la composición. La línea vertical que forma Cristo y su envoltura, se complementa con la línea horizontal que forma el cuerpo de María y que representa a la humanidad. El eje vertical marca el centro exacto de la representación: es la línea que indica la benevolencia y la amistad del Señor hacia los hombres, la redención.

Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, es la síntesis de la unión entre Creador y criatura. En las manos lleva el alma de la Virgen representada como una niña envuelta en lino blanco. Se quiere así indicar el esplendor, así como el alma pura iluminada mediante el bautismo, de María. 

La Virgen aparece con las manos cruzadas, rodeada de los Apóstoles. A sus pies está san Pedro, y cerca de su cabeza san Pablo y Juan el Teólogo. María ha entregado su alma en las manos de su hijo que la lleva al paraíso. Este símbolo significa que la muerte de María es la imagen original de nuestra resurrección.

Los Apóstoles, venidos de los confines de la tierra donde cumplen el encargo del Señor de evangelizar a todos los pueblos, representan a la humanidad que se reúne en torno a María para rendirle honores fúnebres al cuerpo de aquella que fue principio de vida y receptáculo de Dios. 

El querubín rojo que se eleva sobre la figura de Cristo es la representación simbólica de la Sabiduría divina revelada en el Verbo concebido por María Virgen. 

Los dos edificios representados indican la ciudad de Sión, madre de todas las iglesias esparcidas por la tierra y lugar donde dio comienzo la salvación de todos los hombres. 

Esta fiesta de la Virgen nos debe recordar cual es el destino de los que, como María, son discípulos de su Hijo y cumplen, como ella, sus mandatos. 
 

Fuente: El Propagador, Capuchinos, Valencia, España