Acto de Consagración al Corazón Inmaculado de María, para sacerdotes

 

 

Movimiento Sacerdotal Mariano 

 


Virgen de Fátima, Madre de Misericordia, Reina del Cielo y de la Tierra, Refugio de los pecadores, nosotros del Movimiento Sacerdotal Mariano, llamados a formar el escuadrón de tus Sacerdotes, hoy nos consagramos de un modo especialísimo a tu Corazón Inmaculado. 

Con este acto de consagración entendemos vivir Contigo y por medio de Ti todos los compromisos contraídos con nuestra consagración bautismal y sacerdotal; nos comprometemos también a obrar en nosotros aquella conversión interior que nos libere de todo apego humano a nosotros mismos, a la honra, a las comodidades, a los fáciles compromisos con el mundo, para estar, como Tú, sólo disponibles para hacer la Voluntad del Señor. 

Y mientras entendemos confiarte a Ti, Madre Dulcísima y Misericordiosa, nuestro Sacerdocio, para que Tú dispongas de él para todos tus desiwnios de salvación en esta hora decisiva que pesa sobre el mundo, nos comprometemos a vivir según tus deseos; en particular, por lo que se refiere a un renovado espíritu de oración y de penitencia, a la celebración fervorosa de la Sagrada Eucaristía y de la Liturgia de las Horas, la recitación diaria del Santo Rosario, el ofrecimiento a Ti de la Santa Misa el primer Sábado de cada mes, y un religioso y austero modo de vida, que sea buen ejemplo para todos. 


Te prometemos, además, la máxima fidelidad al Evangelio, del cual seremos siempre anunciadores íntegros y valientes, si fuese necesario hasta el derramamiento de nuestra sangre y fidelidad a la Iglesia, para cuyo servicio hemos sido consagrados. 


Sobre todo queremos estar unidos al Santo Padre y a la Jerarquía con la firme adhesión a todas sus directivas, para oponer así una barrera al proceso de oposición al Magisterio que amenaza los fundamentos mismos de la Iglesia. 

Bajo tu maternal protección queremos ser también los apóstoles de esta, hoy tan necesaria, unidad de oración y de amor con el Papa, para quien te suplicamos una especial protección. 

En fin, te prometemos conducir a los fieles confiados a nuestro ministerio, a una renovada devoción hacia Ti. 

Sabiendo que el ateísmo ha hecho naufragar en la fe a un gran número de fieles, que la desacralización ha entrado en el Templo Santo de Dios, sin exceptuar ni siquiera a muchos hermanos nuestros sacerdotes, que el mal y el pecado cada vez más invaden el mundo, nos atrevemos a levantar, confiados, los ojos a Ti, Madre de jesús y Madre nuestra misericordiosa y poderosa, para invocarte también hoy y esperar de Ti la salvación para todos tus hijos, ¡Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!