Consagración al Inmaculado Corazón de Maria

 

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¡Oh Santísima Virgen poderosa! Madre de misericordia, Reina del Cielo y Refugio de Pecadores, nos consagramos a tu Inmaculado Corazón. 

Te consagramos nuestro ser y toda nuestra vida, todo lo que tenemos, todo lo que amamos y todo lo que somos. 

Sean tuyos nuestros cuerpos, nuestros corazones y nuestras almas; sean tuyos nuestros hogares, nuestras familias, nuestra patria. 

Queremos que todo lo que hay en nosotros y en derredor de nosotros te pertenezca para que participemos de tus maternales bendiciones. 

Y, para que esta consagración sea verdaderamente eficaz y duradera nos obligamos a profesar siempre y con valor las verdades de la fe; a vivir como verdaderos católicos, sumisos a las disposiciones del Papa y los Obispos. 

Nos obligamos a introducir en nuestra vida, las prácticas consoladoras de los católicos piadosos: El Rosario, la Oración diaria, la Misa y la Sagrada Comunión. 

Te prometemos finalmente, oh gloriosa Madre de Dios y Madre nuestra, consagrar nuestro corazón a tu amor, para pedir y asegurar, mediante el reinado de tu Inmaculado Corazón, el reinado del Corazón de tu hijo Santísimo, em nosotros mismos, en nuestras familias, en nuestra patria y en toda la humanidad. 

Amén.