Consagración de sí mismo a María

 

Padre Santiago Alberione

 

 

Recíbeme, María, madre, maestra y reina, entre los que amas, cuidas, santificas y formas en la escuela de Jesucristo, Divino Maestro.

Tú reconoces en los planes de Dios a los hijos que él elige, y con tu oración les obtienes gracia, luz y auxilios especiales. Mi maestro, Jesucristo, se confió totalmente a ti desde la encarnación hasta la ascensión, y esto es para mí enseñanza, ejemplo y don inefable, por lo que también yo me pongo plenamente en tus manos. Consigúeme la gracia de conocer, imitar y amar cada vez más a Jesús Maestro, camino, verdad y vida. Preséntame a él, pues soy un pecador indigno, sin más título que tu recomendación para ser admitido a su escuela. Ilumina mi mente, fortalece mi voluntad, santifica mi corazón en esta etapa de mi trabajo espiritual, para que aproveche tu gran misericordia, y pueda al fin decir: "Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí" (Ga 2,20). Apóstol san Pablo, padre mío y fidelísimo discípulo de Jesús, fortalece mi voluntad: quiero comprometerme con toda el alma hasta que se forme Jesucristo en mí.