Consagración de los seminaristas a María Inmaculada 

 

Autor:

Virgen María, Madre nuestra, nosotros tus hijos seminaristas contemplamos en tu corazón el ardiente deseo que te abrasa de que seamos fieles discípulos de tu Hijo Jesucristo, deseo que nace de tu amor a tu Divino Hijo y a todos los hombres redimidos por El con su Sangre derramada en la Cruz.
Tu que eres llena de gracia, de pureza y santidad intercede por nosotros
diariamente para ser los sacerdotes santos que exige la Nueva Evangelización en el Tercer Milenio. Oh María Inmaculada, danos siempre el anhelo de conocer, amar e invocar con todo nuestro corazón a tu Hijo Amado, Jesucristo; cada día, Virgen María, con tu ayuda lograremos la perseverancia en la fe y también, con nuestro constante esfuerzo, podremos configurarnos con el Evangelio.
Oh, Madre Nuestra, consérvanos en tu tierno amor, que sepamos vivir con alegría nuestra fidelidad a Dios y a los hombres. Renuevo ante tí, dulce Madre, la consagración de mi vida, de mi vocación y de mi futuro ministerio sacerdotal; a cambio te ofrezco de hoy en adelante mi firme propósito de caminar empeñosamente en la obediencia de tu Hijo Jesús.
Oh Madre mía, confío en tu bondad, te ofrezco con todas mis fuerzas mi joven corazón, tómame y hazme todo tuyo, ahora y siempre por los siglos de los siglos.
Amen