La devocion de Las Tres Avemarias

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Pocas prácticas tan universalmente extendidas entre el pueblo cristiano, como ésta de rezar -sobre todo al levantarse y al acostarse- “tres avemarías”. Nos la enseñaron de niños, la seguimos muchos de nosotros y bien merece la pena dar cabida, dentro de este fascículo, al origen, no ya de esta práctica en sí, sino de una devoción muy concreta de la que sin duda procede. 

Según revelación privada, parece que fue Santa Matilde de Magdeburgo, muerta en 1282, quien mientras oraba ante María suplicándole le asistiese en su última hora, escuchó de María palabras sobre éstas:

- “Yo te lo prometo; pero tú hónrame rezando diariamente ‘tres avemarías’. La primera, la dirigirás a Dios Padre, que, en su soberano poder, me ha exaltado dándome un honor sobre cielos y tierra sólo inferior a El. Tú misma le pedirás esté yo presente a la hora de tu muerte para reconfortarte y alejar de ti las insidias del Diablo. 

Con la segunda avemaría te dirigirás al Hijo de Dios y mío, Jesucristo. El me ha revelado de tal suerte el misterio del Padre, del Espíritu y suyo propio, que goza de un conocimiento de la Trinidad superior al de todos los ángeles y santos. Le pedirás que por este conocimiento que se me ha dado, llene tu alma, sobre todo en la hora de tu muerte, de la luz de la fe y de la ciencia para que seas protegida en ese momento de todo error.

Fuente: educadormarista.com