Los cinco primeros sábados de mes

Padre Angel Peña O.A.R.

 

Otra importante devoción a María es la de comulgar cinco primeros sábados de mes seguidos. Nuestra madre la Virgen le dijo a Lucía de Fátima el 10 de diciembre de 1925: Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan continuamente con sus blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di a todos aquellos que durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la santa comunión, recen el rosario y me hagan quince minutos de compañía, meditando en los misterios del rosario con el fin de desagraviarme, que yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación. 

El 13 de junio de 1929, estando en la capilla del convento de Tuy (España), tuvo una visión de la Santísima Trinidad. Dice Lucía: Vi en la parte superior de la cruz un rostro de un hombre con el cuerpo hasta la cintura y, sobre el pecho, una paloma de luz; y clavado en la cruz, el cuerpo de otro hombre. Un poco por debajo de la cintura, suspendido en el aire, se veía un cáliz y una hostia grande, sobre la cual caían algunas gotas de sangre, que corrían a lo largo del rostro del crucificado y de una herida en el pecho. Escurriendo por la hostia, estas gotas caían dentro del cáliz. Bajo el brazo derecho de la cruz, estaba Nuestra Señora. Era Nuestra Señora de Fátima con su Inmaculado Corazón en la mano izquierda. Bajo el brazo izquierdo había unas letras grandes: “Gracia y misericordia”.

Comprendí que me era mostrado el misterio de la Santísima Trinidad y recibí luces sobre este misterio que no me es permitido revelar. Después, Nuestra Señora me dijo: Ha llegado el momento en que Dios pide al Santo Padre que haga, en unión con todos los obispos del mundo, la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, prometiendo salvarla por este medio. Son tantas las almas que la justicia de Dios condena por pecados cometidos contra Mí, que vengo a pedir reparación: “Sacrifícate por esta intención y ora”.
Esta consagración de Rusia al Corazón Inmaculado de María, en unión con todos los obispos del mundo, la hizo el Papa Juan Pablo II el 25 de marzo de 1984, pero María nos sigue pidiendo a cada uno consagrarnos a su Inmaculado Corazón para que estemos bien protegidos bajo su manto maternal. Y pide también reparación. Como decía a los tres niños de Fátima el 15 de agosto: Rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, porque hay muchas almas que van al infierno, porque no hay quien se sacrifique ni ore por ellas.