Juan Pablo II: Los «misterios luminosos» revelan el rostro de Dios
Meditación antes de rezar la oración mariana del «Angelus»



CASTEL GANDOLFO, 21 septiembre 2003 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que pronunció Juan Pablo II este domingo al rezar la oración mariana del «Angelus» junto a los peregrinos congregados en el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo.
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¡Queridos hermanos y hermanas!

1. Siguiendo mi peregrinación espiritual hacia el Santuario de Pompeya, donde, si Dios quiere, pienso ir el próximo 7 de octubre, quisiera detenerme a meditar hoy en los misterios del rosario, llamados «misterios de la luz». Complementan los tradicionales momentos de la infancia, de la pasión y de la gloria de Cristo, con otros igualmente importantes de su «vida pública» (Cf. carta apostólica «Rosarium Virginis Mariae», 19).

Es el tiempo en el que Jesús, con la potencia de la palabra y de las obras, revela plenamente el «rostro» del Padre celestial, inaugurando su Reino de amor, de justicia y de paz. El Bautismo en el Jordán, las bodas de Caná, el anuncio del Reino, la Transfiguración en el monte Tabor, y la institución de la Eucaristía, son momentos de revelación, es decir, misterios «luminosos», que dejan brillar el esplendor de la naturaleza divina de Dios en Jesucristo.

2. La presencia de María en estos misterios se encuentra generalmente en el trasfondo. A excepción de las bodas de Caná, donde el papel de la «Madre de Jesús» es determinante. Ella hace saber al Hijo que falta vino; y cuando éste le responde que «su hora» no ha llegado todavía, le incita, con apremio materno, diciendo a los siervos: «Haced lo que él os diga» (Juan 2, 5). De este modo, demuestra que intuye como ninguna otra persona las intuiciones profundas de Jesús. Lo conoce de «corazón a corazón», pues conserva y medita desde el inicio cada uno de sus gestos y palabras (Cf. Lucas 2, 19.51). Por este motivo, la Virgen es la primera y principal maestra de la oración cristiana: en su escuela se aprende a contemplar el rostro del Señor, a asimilar sus sentimientos, a aceptar sus valores con generosa coherencia.

3. Queridos hermanos y hermanas: sigamos a Cristo por el camino de sus misterios de salvación con el amor ardiente de la Virgen María. En estas últimas semanas del Año del Rosario, sintámonos más unidos que nunca en el rezo del santo Rosario, de manera particular por las familias y por la paz en el mundo.

[Traducción del original italiano realizada por Zenit. Al final del encuentro, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En castellano dijo:]

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española y portuguesa. Con las palabras de la liturgia de hoy os exhorto a procurar la paz, cuyo fruto es la justicia. ¡Feliz domingo!
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