|
No se puede concebir la vida de la
Iglesia sin el Rosario
Padre Luciano Alimandi
“En el mes dedicado, por tradición, a la
oración del Santo Rosario, el fiel es invitado a dirigirse con más profunda
confianza a la intercesión de la Beata Virgen Maria. En esto nos ayuda la
Iglesia que, sobre todo a través de sus testigos, nos invita de nuevo en el
corazón a un amor y a una devoción transparente hacia la Madre de Dios y
nuestra Madre; esta devoción es como la sal de la vida del cristiano.
Su Santidad Benedicto XVI, precisamente ha recordado no hace mucho, una
incisiva afirmación del Patriarca de Venecia, el Cardenal Albino Luciani,
que llegó a ser Papa con el nombre de Juan Pablo I justo en el día en el que
se celebraba en Polonia la gran Patrona: la Virgen de Czestochowa, el 26 de
agosto de 1978.
Leemos las palabras del Santo Padre Benedicto XVI: “me gusta recordar la
devoción que él tenía hacia la Virgen. Cuando era Patriarca de Venecia
escribió: "Es imposible concebir nuestra vida, la vida de la Iglesia, sin el
rosario, las fiestas marianas, los santuarios marianos y las imágenes de la
Virgen". Es bello acoger esta invitación suya y encontrar, como él hizo, en
la humilde confianza a Maria el secreto de una cotidiana serenidad y un
empeño efectivo por la paz en el mundo" (Palabras de Benedicto XVI al final
de la proyección de la película "Papa Luciani: la sonrisa de Dios", el 9 de
octubre de 2006).
"Es imposible concebir nuestra vida…. sin el rosario". Son palabras que
dejan huella, y son recordadas por el Santo Padre precisamente por su
autenticidad y actualidad. ¡Cómo podría ser concebida una vida, una
existencia cristiana, sin Aquella que Dios ha elegido como Madre de Su Hijo
Jesús y de cada uno de nosotros!: ¡hijos en el Hijo!
En efecto, la Iglesia nos enseña con claridad que la maternidad espiritual
de la Virgen Maria es "una consoladora verdad" que "debe ser creída por fe
por todos los cristianos", como lo expresó el Siervo de Dios en la
Exhortación Apostólica "Signum Magnum":
"Así como cada madre humana no puede limitar su misión a la generación de un
nuevo hombre, sino que debe ampliarlo a la misión de alimentar y educar a la
prole, así actúa también la beata Virgen Maria. Después de haber participado
en el Sacrificio redentor del Hijo, y de modo tan íntimo para merecer ser
proclamada por Él no sólo la Madre del discípulo Juan, sino también - si se
me permite afirmarlo - de todo el género humano de él de algún modo
representa. Ella sigue ahora desde el cielo realizando su función materna de
cooperadora al nacimiento y desarrollo de la vida divina en cada una de las
almas de los hombres rescatados. Esta es una consoladora verdad, que por
libre beneplácito de Dios, forma parte integrante del misterio de la humana
salvación; y debe ser creída por fe por todos los cristianos (Signum Magnum,
n. 6).
Esta Exhortación Apostólica fue escrita en 1967, con ocasión del
quincuagésimo aniversario de las apariciones de Fátima, cuando pablo VI
viajó a Fátima como peregrino de paz. Indudablemente el mensaje dirigido por
Maria a los tres pastorcillos de Portugal representó, el siglo pasado, y
representa en nuestros días, un signo elocuente de la solicitud materna de
la Virgen por nosotros sus hijos; un mensaje, este, que ha tocado y
transformado la vida de muchos creyentes.
Viene aquí de forma espontánea recordar entre estos a uno en particular, un
auténtico apóstol del mensaje de Fátima, el Obispo jesuita Pavel Maria
Hnilica, muerto el pasado 8 octubre después de haber gastado toda su vida en
difundir la "consoladora verdad" de la maternidad espiritual de Maria
Santísima.
Tales ejemplos animan a jóvenes y menos jóvenes a reconocer que la vida de
fe es una maravillosa aventura, que se hace más atractiva por la eterna
juventud de Dios que resplandece y se hace tangible siempre y en todo lugar
con el anuncio del Evangelio. También se nos invita a nosotros a descubrir y
contemplar, día tras día, misterio tras misterio, "al Niño y a Su Madre" (Mt
2, 11) y a no quedarnos sólo para nosotros la alegría de haberlos
encontrado, sino llevarla a todos los que encontremos en nuestro camino.
Fuente:
fides.org
|
|