El Rosario de cada día

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

 

1.- El Rosario refleja nuestra vida.

. En el rezo del Santo Rosario contemplamos distintos momentos de la vida de Jesús y en muchos de ellos hacemos presente a su Madre.
. Recorremos mentalmente la sarta de vivencias que Jesús y María tuvieron durante sus vidas terrenas: gozos, penas y alegrías.

. En el recorrido de los misterios comenzamos por el gozo de María al acatar la voluntad divina, que la había elegido para ser Madre del Redentor. Esta disposición de lo alto no entraba en sus planes, pero Ella la acepta, porque tiene su voluntad totalmente sometida a la de su Creador. Esta actitud es siempre fuente de gozo y por lo tanto es la que le lleva a servir a su prima Isabel, quien, al descubrir el misterio del que era portadora María, dice: "¿De dónde a mí que la Madre de mi Señor venga a visitarme?". Ella reconoce en el Magníficat su dignidad, el cumplimiento de las promesas hechas a los Patriarcas y anunciadas por los Profetas.

María es consciente de que aquella gracia no es fruto de sus méritos, sino pura gratuidad de Dios, quien se ha querido valer de Ella para hacer llegar a nosotros al Salvador. María goza no sólo por su condición de madre, sino porque la misericordia del Señor llegará a todas las generaciones.

. Qué lección tan estupenda nos da María, la de alegrarse por nosotros!. Esta actitud es una repulsa a nuestro raquitismo de corazón, por el que nos cuesta mucho alegrarnos de los bienes de los demás, siendo a veces esta postura fruto de la envidia, que se apodera de nosotros.

. Nuestra miopía espiritual no nos deja descubrir lo bueno y hermoso que hay a nuestro alrededor para alegrarnos por verlo como obra de Dios, quien todo lo hizo bien.
Cuánto nos cuesta compartir las alegrías y gozos de las personas!. Parece que compartimos más el dolor y las penas de los otros, que las alegrías que disfrutan.

. María compartió con su Hijo y algunos seguidores de Jesús las alegrías de una boda, sin que esto le quitase la solícita preocupación por lo que le rodeaba, descubriendo el apuro por el que los recién casados iban a pasar al terminarse el vino.

. La vida de María transcurre entre las alegrías del nacimiento de su Hijo y las angustias por el Niño perdido a los doce años; entre las preocupaciones del ama de casa y la entrega diaria del Hijo para la causa del Reino.

. Desde la mañana a la tarde María pasa indudablemente todas las sartas de gozos, penas y alegrías, que componen nuestro rosario vivencial.

2.- Con el rezo del Rosario nos animamos.

. A veces nos viene a la mente la idea de que "eso sólo nos pasa a nosotros". Nos creemos un poco distintos, sobre todo cuando lo que nos acontece es algo duro, molesto.

. No nos mitiga el dolor y sufrimiento propio el que otros lo pasen igual o peor, pero sí nos puede ayudar a que nosotros aprendamos actitudes correctas, para que el trance doloroso por el que tenemos que pasar no sólo no nos estorbe o nos sea perjudicial, sino provechoso.

. Un modelo siempre a imitar es Jesús, María, los Santos, quienes ante pruebas duras de la vida no se amilanaron, sino que supieron hacerle frente.

. Cuando rezamos el rosario contemplamos algunos momentos duros y difíciles para Jesús y para María, sobre todo en los misterios dolorosos. Al reflexionar sobre la actitud que tuvieron ante la variedad y magnitud de los sufrimientos, vemos los nuestros como pequeños y ridículos, sacando ánimo para hacerles frente e intentar descubrir el sentido que tienen.

. En las alegrías hemos de agradecer al Señor ese beneficio como María con el Magníficat, y en los dolores acomodar nuestra voluntad a la de Dios, como Jesús en Getsemaní: "Si es posible pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya".

. En el Rosario tenemos una escuela para aprender todas las actitudes cristianas.