Universalidad y valor espiritual del escapulario

Francisco A. González Cerezo, O. Carm.

 

Superada una actitud hipercrítica sobre los orígenes y legitimidad del Escapulario del Carmen, hay que reconocer que el uso del mismo por parte de los fieles está extendido por todo el mundo. Quizás haya influido la sencillez y facilidad con que se puede llevar -escapulario o meda-lla-, pero el hecho es que “se ha convertido en una devoción muy extendida e incluso más allá de la vinculación a la vida y espiritualidad de la familia carmelita, el escapulario conserva una especie de sintonía con la misma”. (Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, nº 205).

La aceptación universal de la devoción al escapulario por parte del pueblo y la aprobación por parte de la Iglesia que ve una manera ortodoxa por la que los fieles acuden a María y sienten su protección, son fundamentos válidos para ser defensores y propagandistas de tal devoción.

El valor del escapulario no hay que buscarlo en la historicidad ni en el elemento material, un trozo de tela, sino en su elemento intrínseco o espiritual. 

«La esencia del escapulario radica en su razón de signo. Es decir, nos lleva a otra cosa y nos hace pensar en algo distinto. Efectivamente, indica “la relación especial, filial y confiada, que se establece entre la Virgen, Reina y Madre del Carmelo, y los devotos que se confían a ella con total entrega y recurren con toda confianza a su intercesión maternal; recuerda la primacía de la vida espiritual y la necesidad de la oración”. (Directorio ya citado).

El fundamento teológico de esta devoción, de sus “privilegios” y del desvelo maternal de la Sma. Virgen por sus devotos, se basa en la Mediación de la misma Virgen dentro de la economía de la salvación. Ella es la Corredentora porque así lo ha querido el mismo Dios al asociarla al misterio redentor de Cristo. La Virgen es la nueva Eva que forma pareja con el nuevo Adán, Cristo. Es la Madre de la Iglesia, Madre de los fieles que creen en Cristo según su propia recomendación desde la Cruz: “Ahí tienes a tu hijo” refiriéndose al discípulo amado que nos representaba a todos.

De todos modos, no hay que considerar el escapulario como si fuera un amuleto o un objeto mágico, sino como manifestación de una devoción interna por la que creemos que Dios nos salva y nos concede su gracia por medio de la Virgen María a quien prometemos nuestra fidelidad como hijos suyos.

El Escapulario, como don de María, debemos recibirlo y llevarlo con amor, con gratitud y con alegría: Tenemos una Madre cariñosa que vela por sus hijos. Pero según el mismo Directorio citado, la imposición del Escapulario “se debe reconducir a la seriedad de sus orígenes: no debe ser un acto más o menos improvisado, sino el momento final de una cuidadosa preparación, en la que el fiel se hace consciente de la naturaleza y de los objetivos de la asociación a la que se adhiere y de los compromisos de vida que asume”.

Es decir, para recibir el Escapulario es imprescindible que haya una catequesis previa, aunque sea breve. Una ocasión propicia para hablar del Escapulario es la predicación durante la Novena del Carmen, como vienen haciendo los carmelitas hace años, y en la que generalmente hay imposición masiva del Escapulario.

Fuente: Escapulario del Carmen. Revista mensual de la familia Carmelita