Triduo de Honor a la Virgen de la Peña 

 

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Se lo puede hacer en cualquier momento del día 

Primer Día 

¡Inmaculada Virgen de la Peña! Venimos ante tu presencia para venerarte y honrarte, como Madre de Dios y Madre nuestra. Tu siempre escuchas nuestros ruegos, por eso, confiadamente, te pedimos que protejas a nuestra familia. Que nunca nos falte el pan de cada día y que nos mantengamos unidos en el amor. Te suplicamos, que cures con tus manos maternales todas nuestras dolencias, espirituales y físicas. Te entregamos a nuestros hijos, defiéndelos de los peligros del vicio y crezcan sanos y fuertes bajo tu maternal protección. Amen. (Pdre. Nuestro, Ave Maria y Gloria). 

Segundo Día 

¡Oh Santísima Virgen de la Peña! Te suplicamos que nos alcances de tu querido hijo Jesús la gracia de imitar tus virtudes y conseguir las gracias y favores que prometes a tus devotos . Aparta de nosotros toda epidemia, fecunda con lluvias oportunas nuestros campos, bendice nuestros frutos, haciéndolos saludables. Que nunca nos falte el trabajo y la salud. Madre nuestra, concedamos un gran amor a tu divino Hijo Jesús y un corazón puro y humilde; paciencia en la vida, fortaleza en las tentaciones y consuelo de en dolor. Amen. (Pdre. Nuestro, Ave Maria y Gloria). 

Tercer Día 

Postrados humildemente a tus pies, ¡Oh Virgen de la Peña!, venimos a escogerte como nuestra Madre, nuestra abogada y protectora cerca de tu divino Hijo, para amarte, honrarte y servirte fielmente todos los días de nuestra vida. Dígnate recibir ¡Oh Inmaculada Virgen de la Peña!, la firme promesa que hacemos de ser tuyos. Alcánzanos de Jesús, un vivo horror al pecado, la gracia de vivir y morir en los sentimientos de la fe más viva, de la esperanza más firme y del amor mas tierno y generoso. Haz ¡Oh bondadosísima Madre de la Peña!, que, asistidos por tu poderosa protección durante nuestras vidas, tengamos el dulce consuelo de que, en la hora de la muerte, entreguemos nuestra alma en tus manos y tengamos después la dicha incomparable de ser conducidos por vos a la Vida Eterna. Amen. (Pdre. Nuestro, Ave Maria y Gloria). 

Novena a la Virgen de la Peña 

1- Virgen de la Peña, vine desde lejos para contemplarte entre estas hermosas quebradas, ofrendarte mis plegarias y desahogar a tus pies las penas y las esperanzas de mi corazón y de mi familia. Tú eres la mujer santa y privilegiada, porque has escuchado la voz de dios y has cumplido su voluntad. Te pido, Virgencita, que aumentes mi fe y la de toda mi familia, para que vivamos como hijos de Dios y un día merezcamos que nos lleves al cielo. (Pdre., Ave y Gloria). 

2- Virgen de la Peña y Madre de la esperanza, tu cifraste en Jesús toda tu dicha y tu esperanza y a el le consagraste tu alma y tu cuerpo, tu vida y tu eternidad. También yo quiero consagrarme totalmente a ti y a tu Jesús y consagrarte a toda mi familia. Pero, ¡Cuan a menudo me siento tentado!.... ¡Cuan a menudo me siento atrapado por las frivolidades de este mundo!.... ¡Cuan a menudo caigo y mancho mi alma!... ¡Oh Virgencita!, acudo a tu poderosa meditación, para que ilumines mi mente, alientes mi voluntad, llenes de gracia mi corazón y me guíes y guíes a mi familia por el camino que lleva a la salvación. (Pdre., Ave y Gloria). 

3- Virgen de la Peña y Madre del Amor hermoso, toda tu vida fue iluminada y santificada por los dos amores: amor a Dios y amor al Prójimo. Te pido Virgencita, que yo y mi familia amemos al Señor con todo nuestro corazón y brindemos generosos servicios a los hermanos mas necesitados. (Pdre., Ave y Gloria). 

4- Virgen de la Peña, tu familia de Nazaret era un nido de amor y una escuela de virtudes; por eso tú eres la patrona de las familias. Tú conoces las dificultades, los problemas y las angustias de mi hogar. Por eso lo confió a tu amparo y protección. Te pido Virgencita, que alejes de nuestro hogar las incomprensiones, los resentimientos, las discordias, y que reine la paz y la armonía, para que podamos vivir mejor nuestra vida cristiana y dar el ejemplo a los demás. (Pdre., Ave y Gloria). 

5- Virgen de la Peña, con tu fe y tu amor hiciste de tu corazón un altar y un santuario. Te prometo que yo también me esforzare para hacer de mi casa un santuario domestico, alejando a ella del pecado, viviendo en la gracia de Dios y ofreciendo juntos nuestra oración diaria. La familia que reza unida, vive unida y la bendice Dios. 

6- Virgen de la Peña, tu vida humilde, pobre y laboriosa es semejante a la mía. Como tu santificaste los quehaceres de la casa y las penalidades de la vida, ofreciéndolo todo al señor y empapándolo de oración, así yo también me comprometo a santificar las tareas diarias a través de mi recta intención y de mi corazón. Te pido Virgencita, que no falte nunca el pan material sobre nuestra mesa familiar y, sobre todo, que no nos falte nunca el pan espiritual de la gracia de Dios. (Pdre., Ave y Gloria). 

7- Virgen de la Peña, tu compartiste los acervos dolores de la pasión y muerte de tu Hijo Jesús y por ese martirio de tu corazón eres la corredentora de la humanidad. Mi corazón y mi hogar, Virgencita, están llenos de angustias y aflicciones. Te ofrezco todo a ti, para que lo unas a tu dolor y al te tu hijo. De esa manera explicare mis pecados y con mis sacrificios y penitencias colaborare en la salvación de los hombres. (Pdre., Ave y Gloria). 

8- Virgen de la Peña, tú estando en las bodas de Caná, nos has dicho que escuchemos y hagamos lo que tu Hijo Jesús nos dice. Sí, Virgencita, prometo que lo voy a hacer. Ya que la vida, la muerte y las enseñanzas de Jesús están escritas en los evangelios, me comprometo a leerlos a menudo, a explicárselos a los de mi casa y propagarlos entre mis amistades. Virgencitas, te pedimos la gracia tanto yo como mi familia, que conozcamos cada día mejor a Jesús, para que lo podamos amar con fervor y servir con fidelidad. (Pdre., Ave y Gloria). 

9- Virgen de la Peña, tú consolaste a tu esposo San José en su última hora y asististe a la muerte de tu querido hijo Jesús; por eso te ruego que me asistas a mi y asistas a mi familia en la hora de la muerte. Para comprometerte, muchas veces repetiré la oración: "Ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte". De esa manera me aseguraré tu maternal patrocinio en esa hora de la cual depende toda mi eternidad. En fin, te pido que después de este destierro, nos muestres a Jesús, fruto bendito de tus entrañas, para con El y contigo gozar de la felicidad eterna. ¡Amén!. ¡Así sea!... (Pdre., Ave y Gloria).