Santísima Virgen del Cenáculo, Madre nuestra, María Inmaculada, nosotros
humildemente os suplicamos, que nos alcancéis los dones del Espíritu
Santo, a fin de que, viviendo unidos en caridad, perseverando unánimes
en la oración y sostenidos por Vos, nuestra guía y maestra, merezcamos a
mayor gloria de Dios dedicarnos con el ejemplo y con las obras a la
salvación de las almas y conseguir de este modo la vida eterna. Oh
Señora Nuestra del Cenáculo, asistidnos propicia en la presente
necesidad y socorrednos con vuestro poder, para que, mediante vuestras
preces, se digne Dios Omnipotente y Misericordioso concedernos la gracia
que encarecidamente pedimos.
Amén.