Es bueno alabarte, oh María

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1. Es bueno alabarte y glorificarse, oh María,
y celebrar tu nombre, de generación en generación.
Proclamaré por la mañana tu bondad
y por la tarde tu fidelidad,
con el arpa de diez cuerdas,
con laúdes y el acorde de la cítara.

2. Tú eres aclamada por toda la eternidad.
Tu misericordia es grande sobre manera,
y es inmensa tu dignidad.
El insensato no llega a conocerte
y el necio no comprende
las maravillas que Dios hizo en ti.

3. Tú me colmas de regocijo con tus obras;
tú me enseñas con tu ejemplo
a dejar a Dios ser Dios siempre en mi vida.
Te invoco, y tú me escuchas;
tú estás conmigo en mi desamparo.

4. El Señor ha glorificado para siempre tu nombre,
haciéndolo también nombre de salvación:
los que te invocan hallarán la vida
y mantendrán su esperanza en el corazón.

5. Úngeme con óleo de bendición,
y mis ojos verán las maravillas de Dios
y escucharán mis oídos las alabanzas
que te dirigen todas las generaciones.

6. Por ti, oh María, creceré como una palmera;
y como un cedro del Líbano, plantado en la casa de Dios,
floreceré en tus atrios;
y en la vejez seguiré dando frutos de vida.

7. Proclamaré con ardor las misericordias del Señor,
que te ha hecho Arca de la Nueva Alianza
y una fuerza que me salva.

8. Gloria al Padre...