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Virgen
Santísima, que habiendo agradado al Señor fuiste elegida para ser Su
Madre, Inmaculada en cuerpo y alma, dirige piadosa una mirada sobre estos
miserables que imploran tu protección. La serpiente infernal, contra la
cual fue lanzada la primera maldición, continúa atacando ferozmente y
tendiendo lazos á los desgraciados hijos de Eva. Oh Madre amable, Reina y
abogada nuestra, que desde el primer instante de tu Concepción aplastaste
la cabeza del enemigo, acepta las oraciones que, unidas con lasa tuyas en un
solo corazón, te suplicamos presentes ante el trono de Dios, á fin de que
jamás caigamos en las emboscadas que hay tendidas contra nosotros, y
podamos todos llegar al puerto de salvación; que la Iglesia y la sociedad
Cristiana canten una vez más el himno de la victoria, de libertad y de paz.
Amén.
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