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¡Santísima Virgen de la Misericordia! Admítenos en tu presencia amorosa, dejanos ocupar un rinconcito en el templo de tus prodigios maternales; no nos deseches, pues venimos con corazón arrepentido anhelando conversión y perdón, bondadosísima Señora, perdón y compasión. El pecado ha ofuscado muchas veces en tus hijos la luz de la razón, y han sido ingratos ofendiendo a tu Jesús: pero Tú eres madre y serás también intercesora. Danos gracia, misericordiosísima Señora, para ofrecerte siempre, en adelante, mucho amor y mucha gloria.
Así sea.
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