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¡Madre amorosísima! Tu eres la medianera entre la justicia de un Dios irritado y la malicia de u pecador obstinado. Tu eres la que con mirada suplicante de amor desarmas la cólera del Eterno y nos lo tornas propicio. Gracia, bondadosísima Señora, concedemos la gracia de invocarte siempre con amor y confianza y aseguraremos el perdón.
Así sea.
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