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Te saludamos, María Madre de Dios, tesoro digno de ser venerado por todo el orbe, lugar propio de Aquel que no puede ser contenido en lugar alguno, Madre y Virgen. Te saludamos a ti que encerraste en su seno virginal a Aquel que es Inmenso e inabarcable; a ti, por quien la Santa trinidad es adorada y glorificada; por quien la cruz preciosa es celebrada y adorada en todo el orbe; por quien exulta el cielo; por quien los creyentes obtienen la gracia del bautismo y el bálsamo de la alegría; por quien todos los hombres son llamados a la conversión.
¿Y qué más diré? ¿Quién habrá que sea capaz de cantar como es debido las alabanzas de María? ... Quiera Dios que todos nosotros reverenciemos y adoremos la Unidad, que rindamos un culto impregnado de santo temor a la Trinidad indivisa, al celebrar con nuestras alabanzas a María siempre Virgen, y a su Hijo y esposo inmaculado, porque a Él pertenece la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Fuente:
madreadmirable.com.ar
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