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¡Virgen soberana, Reina y Madre llena de mansedumbre! Vuestro corazón mansísimo reprende al nuestro tan inmortificado: queremos imitaros; desde hoy nos proponemos reprimir los movimientos de la ira y practicar la mansedumbre: alcanzadnos, Señora, la gracia que para ello necesitamos.
Amén
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