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Desde el abor de nuestra historia,
Suave, discreta y escondida,
Llega María a nuestra tierra,
Virgen y Madre prometida.
La luz del Hijo la rodea,
Por él es bella sin medida,
Y no hay bondad entre los hombres
Que pueda serle parecida.
Suba al Señor cual blanca nube
Esta alabanza proferida;
A Dios bendito bendecimos
Por la que fue la Bendecida.
Amén
Fuente:
Himno, Liturgia de las Horas
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