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María, olivo bendito
San Antonio de
Padua
Te rogamos, ínclita Madre de Dios, ensalzada por encima de los ángeles, que llenes con la gracia celestial
el cáliz de nuestro corazón;
que lo hagas resplandecer con el oro de la sabiduría; que lo fortalezcas con el poder de tu virtud;
que lo adornes con las piedras preciosas de las virtudes; que derrames sobre nosotros el óleo de tu misericordia,
tú, olivo bendito, para que cubras la multitud de nuestros pecados, a fin de que merezcamos ser levantados a la altura de la gloria celestial
y ser bienaventurados con los bienaventurados.
Ayúdenos Jesucristo, tu Hijo, que te exaltó por encima de los coros de los ángeles,
te puso la corona de Reina y te sentó en el trono de la luz eterna.
A él es dado honor y gloria por los siglos de los siglos.
Diga toda la Iglesia: ¡Amén, Aleluya!
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