Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María, y digámosle:
- Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.
Salvador del mundo que, con la eficacia de tu redención, preservaste a tu Madre de toda mancha de pecado,
- líbranos a nosotros de toda culpa.
Redentor nuestro, que hiciste de la Virgen María tabernáculo purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo,
- haz también de nosotros templos de tu Espíritu.
Verbo eterno del Padre, que enseñaste a María a escoger la mejor parte,
- ayúdanos a imitarla y a buscar el alimento que perdura hasta la vida eterna.
Rey de reyes, que elevaste contigo al cielo en cuerpo y alma a tu Madre,
- haz que aspiremos siempre a los bienes del cielo.
Señor del cielo y de la tierra, que has colocado a tu derecha a María Reina,
- danos un día el gozo de tener parte en la gloria.
Fuente:
marianistas.cl