Porque brillas en el cielo
cual luciente astro de amor,
eres para los mortales,
fuente viva de esperanza.
Así ofreces, Señora,
seguridad a quien confiado llega
al Corazón sagrado de tu Hijo,
implorando con fe misericordia.
Y tu favor alcanza,
no sólo el que algo implora,
sino que se adelanta
incluso a los deseos del que invoca.
Brillan en tí el amor y la misericordia,
en ti la excelsitud de todo bien,
cuanto hay de grande en la creación se advierte
en la contemplación de tu grandeza.
Sea dada gloria al Padre,
al Hijo y al Espíritu,
que ya desde el comienzo te adornaron
con la veste admirable de la gracia. Amén.
Amén.
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