¡Oh
María, Madre de Jesús, nuestro Salvador y nuestra buena Madre! Nosotros
venimos a ofrecerte, con estos obsequios que colocamos a tus pies,
nuestros corazones deseosos de serte agradables, y a solicitar de tu
bondad un nuevo ardor en tu santo
servicio.
Dígnate a presentarnos a tu Divino Hijo, que en vista de sus méritos y a
nombre de su Santa Madre, dirija nuestros pasos por el sendero de la
virtud. Que haga lucir con nuevo esplendor la luz de la fe
sobre los infortunados pueblos que gimen por tanto tiempo en las
tinieblas del error. Que vuelvan hacia Él, y cambien tantos corazones
rebeldes, cuya penitencia regocijará su corazón y el tuyo. Que
convierta a los enemigos de su Iglesia, y que, en fin, encienda por
todas partes el fuego de su ardiente caridad, que nos colme de alegría
en medio de las tribulaciones de esta vida, y de esperanza
para el porvenir.
Amén.
Fuente: iglesia.cl