Oh Reina Purísima de los ángeles y de los hombres! Mil gracias y
alabanzas te damos porque a la puertas de la vida hallaste la dracma
preciosa que perdimos todos en nuestro primer principio, hallando la
gracia que te salió al encuentro ya la Divinidad que te esperaba en los
umbrales de la naturaleza tomando tus potencias en el primer Instante de
su ser, al nobilísimo objeto que las estrenó porque se creaban solo para
El. Te rogamos, Purísima Señora, que, pues no hubo en tu Purísima
Concepción ser sin conocer a Dios, ni conocimiento sin amor ni amor sin
merecimiento, nos concedas conocer a nuestro Buen Padre Dios para que
conociéndole le amemos, amándole le poseamos y poseyéndole le gocemos
por toda la eternidad. AMEN