Consagración del Corazón a la Santísima Virgen María

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¡Santísima Virgen María, Madre amorosísima!
Dame un corazón semejante al tuyo, firme en
sus afectos y de inquebrantable fidelidad.
Un corazón afectuoso que irradie una ternura
discreta y no recuse entregarse a los demás.
Un corazón casto que viva en la carne sin ser
torpe.
Un corazón delicado, capaz de poner amor
en los pequeños detalles yen los más humildes
servicios.
Un corazón abierto, de par en par, que se alegre
con la felicidad de los demás y sepa recibir
el dolor.
Un corazón abierto a la amistad.
Un corazón abierto a las exigencias del amor:
desde las del abuelo que espera un beso
hasta las de la hermana que se siente orgullosa
por pasear con su hermano.
Un corazón que adivine que al compañero le
falta afecto y que tiene derecho a desarrollarse
y ser feliz.
Un corazón que no vea en las personas objetos
de placer, sino otros corazones con el deseo,
más o menos ocuIta, de ser felices.
Un corazón que nunca decepcione a nadie que
haya puesto los ojos en él, esperando ayuda,
cariño, comprensión ...
Un corazón bondadoso que no condene a nadie
y no se canse nunca de confiar.
Un corazón loco por Jesucristo, totalmente abandonado a Su infinito amor.
Madre mía, sólo tú puedes hacer esto: ¡dame
un corazón abierto!
Amén.