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Carta Pastoral del Episcopado Nicaraguense con motivo de la Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María, 8 de agosto de 1982
Los Obispos se dirigen al pueblo católico, con motivo de la solemnidad de la Bienaventurada Virgen María.
En su Carta Pastoral, los Obispos consideran brevemente cómo María Santísima es la "Madre que nos abre al Evangelio y nos invita a la obediencia" y es a la vez "la realización más alta del Evangelio" (cfr, P. 281, 282 y 300).
Finalmente, anuncia de manera solemne y oficial su decisión de consagrar Nicaragua al Inmaculado Corazón de María, el 28 de noviembre de 1982, año en curso, en adhesión al deseo del Santo Padre Juan Pablo II, quien en su visita al Santuario de Fátima en Portugal, pidió a los Episcopados del mundo, consagrar junto con El, el mundo y cada uno de los países al Corazón de María, con el fin de rogar a la Madre del Cielo por la paz del mundo y de cada una de las naciones.
Managua, 20 de enero, 1988.
+ Cardenal Miguel Obando B.
Arzobispo de Managua
Presidente de la Conferencia
Episcopal de Nicaragua.
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CARTA PASTORAL DEL EPISCOPADO NICARAGÜENSE CON MOTIVO DE LA
SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA B. V. VIRGEN MARÍA
A los Sacerdotes y Diáconos de nuestras Diócesis,
A los Religiosos y Religiosas,
A los Catequista y Delegados de la Palabra,
A los Hermanos de los Movimientos de Apostolado Laical,
A los Directores, Profesores y alumnos de Colegios Católicos,
A todos nuestros amadísimos fieles,
GRACIA Y PAZ DE PARTE DE DIOS NUESTRO PADRE Y DE JESUCRISTO EL SEÑOR.
Queridos Hermanos:
Con motivo de la Solemnidad Litúrgica de la Asunción de la
Bienaventurada Virgen María, la Madre de Jesucristo, queremos
dirigirnos a todos Ustedes con el fin de que, al celebrar el triunfo
de Nuestra Señora sobre la muerte, participemos nosotros de su
victoria pasando todos a una vida de auténtica Fe en Cristo que nos
lleve a construir el bien común de toda la Nación.
Todos los creyentes católicos de Nicaragua, hemos experimentado la
presencia maternal y poderosa de la Virgen María en las
circunstancias alegres o tristes del pasado y la experimentamos en
el momento actual de nuestra historia.
Al escribirles esta Carta, nos sentimos llenos de esperanza porque
sabemos que María Santísima "Asunta a los Cielos, no ha
dejado su misión salvadora a favor de sus hijos que peregrinan en
este mundo, sino que continúa obteniéndoles los dones de la
salvación eterna" (cf. LG, 62).
Además, Ustedes y Nosotros somos testigos de que en Nicaragua
"María Santísima es motivo de alegría para toda la
Iglesia" (Doc. Puebla, 168).
Pensamos que será de gran utilidad para todos considerar brevemente
cómo María Santísima es la "Madre que nos abre al Evangelio
y nos invita a su obediencia" y es a la vez "la realización
más alta del Evangelio" (Cf. P. 281, 282 y 300).
MARÍA NOS ABRE AL EVANGELIO.
La Iglesia Católica instruída por el Espíritu Santo, venera a la
Virgen María como a Madre amantísima, con afecto de piedad filial
(LG., 53). María Santísima es, pues, verdaderamente Madre de la
Iglesia, es decir, "de todo el Pueblo de Dios, tanto de los
fieles como de los Pastores, que la llaman Madre amantísima"
(Pablo VI. Disc. 21-Nov-64).
El pueblo creyente, dice el Documento de Puebla, "sabe que
encuentra a María en la Iglesia Católica" y "reconoce en
la Iglesia la familia que tiene por Madre a la Madre de Dios"
(Cf. P. 284, 285).
El Papa Juan Pablo II afirma que el Pueblo latinoamericano
"vive su unidad espiritual, gracias al hecho de que María Santísima
es la Madre. Una Madre, que con su amor, crea, conserva y acrecienta
espacios de cercanía entre sus hijos" (cf. Juan P. II, Homilía
en Guadalupe, 27-I-79). La presencia de María, agrega el Documento
de Puebla, crea el ambiente familiar, la voluntad de acogida, el
amor y el respeto por la vida. Su presencia "es presencia
sacramental de los rasgos maternales de Dios. Es una realidad tan
hondamente humana y santa que suscita en los creyentes las plegarias
de la ternura, del dolor y de la esperanza" (P. 291).
MARÍA NOS INVITA A LA OBEDIENCIA.
Ante esta Madre, ante su Corazón Inmaculado lleno de amor a Cristo
y a los cristianos, en este momento histórico para la Iglesia en
Nicaragua, debemos meditar las palabras del Papa Juan P. II,
dirigidas a los católicos de Nicaragua: "Cuantos más
fermentos de discordia y desunión, de ruptura y separación existan
en el ambiente, tanto más la Iglesia debe ser ámbito de unidad y
cohesión". Por tanto, el Papa pide a los cristianos nicaragüenses
"que no se dividan a causa de opuestas ideologías", sino
al contrario, todos "se encuentren acomunados en los ideales
evangélicos de justicia, paz, solidaridad, comunión y participación,
sin que los separen irremediablemente opciones contingentes nacidas
de sistemas, corrientes, partidos u organizaciones".
Nos encarga el Papa, a nosotros, Obispos de Nicaragua, que de modo
especialísimo, hagamos a Ustedes, hermanos Sacerdotes, religiosos y
laicos, una llamada de atención sobre el problema de la llamada
"Iglesia Popular" que ha surgido en Nicaragua sembrando la
confusión y el escándalo entre muchos fieles. Afirma el Papa:
"No hay ni puede haber comunión válida y durable en la
Iglesia, sino en la unión de mente y corazón, de respeto y
obediencia, de sentimientos y de acción con el Obispo".
La llamada "Iglesia Popular", opuesta a la Iglesia
presidida por los legítimos Pastores, es, declara el Papa,
"una grave desviación de la voluntad y del plan de salvación
de Jesucristo" y es, además, "un principio de
resquebrajamiento y ruptura de aquella unidad que El dejó como señal
característica de la misma Iglesia y que El quiso confiar
precisamente a los que el Espíritu Santo estableció para regir la
Iglesia de Dios" (Cf. Carta del Papa al Ep. de Nic. 29-VI-82).
Que con ayuda de la Virgen María puedan estas palabras del Vicario
de Cristo ser acogidas con verdadero espíritu de fe y de
obediencia.
MARÍA, LA REALIZACIÓN MÁS ALTA DEL EVANGELIO.
Si en María Concebida sin pecado, se nos ofrece el rostro del
hombre nuevo redimido por Cristo, en el cual Dios recrea aún más
maravillosamente aún el proyecto del Paraíso; en María Asunta al
Cielo se nos manifiesta el sentido y el destino del cuerpo
santificado por la gracia. En el cuerpo glorioso de María, comienza
la creación material a tener parte en el cuerpo resucitado de
Cristo. María Asunta es la integridad humana, cuerpo y alma, que
ahora reina intercediendo por los hombres, peregrinos en la historia
(P. 298).
Contemplando a María Santísima y Gloriosa, nosotros deducimos con
el Papa Juan Pablo II que "no existirá un mundo mejor y un
orden mejor de la vida social, si antes no se da preferencia a los
valores del espíritu humano" (J. P. II. A los Univers. de
Polonia, 8-VI-79).
Cristo, dice el Papa, "no aprobará jamás que el hombre sea
considerado, o se considere a sí mismo, únicamente como
instrumento de producción". Cristo permanece ante nuestros
ojos en la Cruz para que todo hombre sea consciente de la fuerza que
El le ha dado: "Les dio poder de llegar a ser hijos de
Dios" (J. P. II. A los Obreros de Polonia, 9-VI-79).
Cuán ardientemente deseamos nosotros que, contemplando a María,
las familias nicaragüenses se "fortalezcan con la fuerza de
Dios", que supera todo lo que las debilita, destroza o no les
permite ser verdadero ambiente de vida y amor" (cf. J. Pablo
II, Jasna Góra, 5-VI-79).
CONSAGRACIÓN DE NICARAGUA AL CORAZÓN DE MARÍA
Para finalizar esta Carta, queremos, amadísimos hermanos,
anunciarles de modo solemne y oficial, nuestra decisión de
CONSAGRAR NICARAGUA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, EL 28 DE
NOVIEMBRE DEL PRESENTE AÑO, VISPERAS DE LA NOVENA DE LA PURÍSIMA.
El Papa Juan Pablo II, con motivo de su visita al Santuario de Fátima
(Portugal), en mayo pasado, pedía a los Episcopados del mundo que
juntamente con él, consagrásemos el mundo y cada uno de nuestros
países al Corazón de María, con el fin de rogar a la Madre
Celestial por la Paz del mundo y de cada una de las naciones de la
tierra.
Confiamos, hermanos Sacerdotes, religiosos y fieles católicos, que
gracias al entusiasmo, generosidad y a la oración de todos Ustedes,
nuestra exhortación a preparar convenientemente este importantísimo
acontecimiento eclesial en Nicaragua, encuentre todo el apoyo
requerido, de tal manera que se demuestre hacia la Purísima Madre
de Cristo una más ardiente piedad y una mayor confianza.
Mientras tanto, nos conforta la seguridad de que la Reina del Cielo
y Madre nuestra, jamás dejará de asistir a todos y cada uno de sus
hijos nicaragüenses y jamás apartará de la Iglesia de Cristo, su
celestial patrocinio.
Desde ya y en espera de la Consagración del país al Corazón de
María, invitamos a todos los hijos de la Iglesia Católica de
Nicaragua, a hacer o renovar la propia consagración al Corazón
Inmaculado de la Madre de la Iglesia y a "vivir este nobilísimo
acto de culto con una vida cada vez más conforme a la Divina
Voluntad, con espíritu de filial servicio y devota imitación de su
Reina Celestial" (Ex. Ap. "Signum Magnum, Pablo VI,
13-V-67).
Managua, 8 de agosto, de 1982.
LÉASE Y PUBLÍQUESE EN LA FORMA ACOSTUMBRADA.
+ Mons. Miguel Obando Bravo
Arzobispo de Managua
+ Mons. Leovigildo López Fitoria
Obispo de Granada
+ Mons. Pablo A. Vega M.
Obispo de Juigalpa
+ Mons. Julián L. Barni S.
Obispo de León
+ Mons. Carlos Santi
Obispo de Matagalpa
+ Mons. Rubén Ardón
Obispo de Estelí
+ Mons. Salvador Schlaefer Berg
Obispo de Bluefields
+ Mons. Bosco Vivas Robelo
Obispo Auxiliar de Managua
+ Mons. Pedro L. Vílchez
Prelado de Jinotega
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