"Generosos y entregados... como María

+Antonio Ceballos Atienza, Obispo de Cádiz y Ceuta.

 

19 de marzo de 2005

Mis queridos diocesanos:

El día 19 de marzo, solemnidad de San José, celebra la Iglesia el Día del Seminario. Este día nos urge a todos fijar nuestra mirada, una vez más, allí donde se fragua el futuro de nuestra Diócesis de Cádiz y Ceuta y en donde se refleja, de modo especial, la calidad de fe de nuestra vida eclesial.

1. Alegre esperanza

Siempre que os hablo del Seminario lo hago con ilusión, alegría y con gran esperanza, dado que en las manos de Dios está el curso de los tiempos, y Él es fiel y jamás dejará de estar con su Iglesia. Sin sacerdocio, no lo olvidéis, no hay Iglesia y sin Iglesia no está con nosotros Jesucristo, el único que puede salvarnos. El sacerdote será siempre la señal de que la salvación no surge del corazón de los hombres, sino de Dios.

2. Generosos y entregados... como María

Este año el Día del Seminario reviste una capital importancia. El lema es altamente significativo y muy apropiado para los jóvenes: Generosos y entregados ... como María.

En este año 2005, en el que conmemoramos el 150 aniversario de la definición del dogma de la Inmaculada, aparece en primer plano la atrayente figura de María. Ella es siempre una figura provocadora para cualquier vocación en la Iglesia. Ella es ejemplo de entrega, generosidad y ofrenda permanente que culmina en la Eucaristía: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38).

3. Virgo fidelis

La vocación al ministerio sacerdotal es don y respuesta, y exige generosidad y entrega. Es, ante todo, don de Dios, pero también respuesta humana bajo la acción de la gracia. El don de Dios a María y su respuesta son siempre paradigmáticas de toda vida de especial consagración al Señor. María es el ejemplo sublime de lo que cualquier alma consagrada desearía ser. Ella ha realizado de manera perfecta su vocación, con una entrega total a lo que Dios quería de ella. Por eso, los presbíteros contemplando durante este año a María, pueden reavivar el don de su vocación y crecer en fidelidad a la respuesta que un día dieron al Señor. Este año dedicado a la Inmaculada y a la Eucaristía podrá ser para los sacerdotes un gran tiempo de reflexión y de diálogo para ahondar en la fidelidad a su vocación, siguiendo el testimonio de María, la "Virgo fidelis", la Virgen fiel, que ha sido siempre fiel a lo que el Señor ha querido de ella a lo largo de toda su vida.

4. Situación actual de las vocaciones al ministerio sacerdotal

La situación actual de las vocaciones al ministerio sacerdotal revela la situación de la vida de fe que atraviesa nuestra sociedad y nuestra Iglesia. El Concilio Vaticano II nos recuerda: "En María encuentra la Iglesia la fe íntegra, la esperanza sólida y la caridad sincera" (cf. LG 64). María aparece en primer plano como figura provocadora para los jóvenes por su generosidad y su vida entregada.

En otros tiempos, instancias de orden social y cultural apoyaban al sacerdote en su misión, y por consiguiente, en su vida sacerdotal. De una manera directa y espontánea se unían la fe y la vida social. Hoy sentimos cada vez más vivamente el desafío de nuevos tiempos. El futuro sacerdote habrá de hacer frente con su sola fe a una sociedad no cristiana. La esencia del ministerio sacerdotal ha de establecerse desde la fe.

5. Audacia de la fe en María

Os invito a caminar en la fe de María. Ella desde la fe se ha entregado totalmente a la llamada del Señor. Sólo desde la fe se puede dar esa especie de salto en el vacío que supone seguir la llamada del Señor al ministerio sacerdotal. A nuestra juventud, que muchas veces parece dudar y no se atreve a tomar compromisos definitivos, bien en el matrimonio, bien en la vida religiosa o en el sacerdocio, hay que proponerle como ejemplo la audacia de fe de María: "Para Dios nada hay imposible", le dijo el ángel a María, y ella se arrojó con confianza y generosidad en los brazos de Dios, que realiza maravillas en la pequeñez de nuestras limitaciones y debilidades.

6. Despertar de nuevas vocaciones sacerdotales

Ojalá que el presente año de la Inmaculada y de la Eucaristía tenga la eficacia de despertar de nuevo la fe en nuestras comunidades, que a veces parecen adormecidas, y permita el despertar de nuevas vocaciones al ministerio sacerdotal. Un florecimiento vocacional nuevo, no espectacular, pero sí significativo, sería un síntoma claro de que se va dejando atrás el "invierno", y de que se van superando definitivamente los residuos de ciertas crisis vocacionales, que tal vez han sido permitidas por Dios para purificar a su Iglesia, aunque a nosotros no nos toca opinar sobre los planes de Dios, sino aceptarlos desde la fe.

7. El "Sí" de María

María es llamada por Dios y se entrega con generosidad al plan de Dios. El "sí" de María es una obediencia fruto de la fe, la confianza y la contemplación. María puede decir "sí" porque cree, porque confía en Aquel para quien nada es imposible. Ella puede decir "sí" porque es pobre. Cuando el ángel le dijo que "ninguna cosa es imposible para Dios" ella no preguntó más. María no pretendió penetrar totalmente en el pensamiento de Dios. Ella presentó el hecho de su virginidad, y cuando el ángel le explicó que sería obra del Espíritu Santo y que para Dios nada era imposible, María se entregó.

Para poder decir "sí" al Señor, queridos jóvenes, debemos tener certeza de tres cosas: 1) Dios nos ama; 2) Dios nos llama; y 3) Para Dios nada hay imposible.

Entonces decimos que "sí" sin discutir más. Merece la pena ser sacerdote hoy. Él nos ama y por amor pronuncia nuestro nombre y nos llama. Sólo es necesario decir "sí".

8. Dios sigue llamando

Dios sigue llamando, queridos diocesanos, a jóvenes de la ciudad y del campo. Y, si fueran capaces de escucharle en el silencio y en el grito de los que sufren serán capaces de atender su llamada, como lo han hecho los que están actualmente en el Seminario. Pocas misiones hay que puedan compararse con la del sacerdocio cristiano. Lo confirmo con una total y sincera convicción, por eso os digo de corazón, queridos jóvenes, que merece la pena ser sacerdote hoy, y es inmensa la felicidad y la alegría del que se siente seducido por Cristo.

Sin duda, Dios sigue llamando, pero es necesario prestar nuestra voz para que, por los caminos corrientes, el llamamiento de Dios llegue a los jóvenes. Considero que es necesario proponer explícitamente el sacerdocio a los niños, a los adolescentes y a los jóvenes, y acompañarles y ayudarles en todo el camino de su respuesta a la llamada de Dios.

9. Estima al Seminario y agradecimiento por las vocaciones

Este año de la Inmaculada y de la Eucaristía es una buena ocasión para que os recuerde a todos los miembros de la comunidad diocesana la gran estima que debemos tener al Seminario y a tan gran número de sacerdotes consagrados a Dios en nuestra Diócesis. Considero que constituye una gran riqueza espiritual, por la que nunca estaremos lo suficientemente agradecidos al Señor. Ya sabéis que actualmente son 23 los seminaristas en nuestro Seminario Mayor de San Bartolomé, de Cádiz. El pasado curso se ordenaron cuatro sacerdotes que ya están sirviendo con alegría en distintas parroquias diocesanas.

10. Invitación al compromiso

Os invito, una vez más, a valorar la vida sacerdotal, reconociendo la necesidad del Seminario y el enriquecimiento que aporta al ministerio sacerdotal y al conjunto de la vida pastoral; que se aprecie el Seminario y se colabore económicamente con el mismo, como un lugar privilegiado para la formación de los futuros sacerdotes. Esto obliga a los superiores, profesores, alumnos de nuestro Seminario, a los sacerdotes y fieles a comprometerse en esta tarea totalmente.

Que la Santísima Virgen Inmaculada, Virgen de vírgenes y Madre sacerdotal, nos conceda esa primavera de vocaciones al ministerio sacerdotal que tanto deseamos.

Reza por vosotros, os quiere y bendice,

+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta