La Madre de Dios en nuestro camino

+Josep Àngel Saiz Meneses. Obispo de Terrassa, España

14 de agosto de 2004

El Santo Padre visita estos días el santuario de Lourdes, y de esta manera honra la figura de María en el camino de los cristianos y de todos los hombres y las mujeres del mundo, en esta solemnidad mariana del mes de agosto, tan popular en nuestras tierras, donde son muchas las ciudades y pueblos que celebran la fiesta mayor. La peregrinación del Papa quiere ser también un homenaje a la Inmaculada Concepción, ya que este año es el 150 aniversario de la proclamación del dogma por el cual Pío IX, en el año 1854, estableció como verdad de fe que María estuvo exenta de todo tipo de pecado desde el mismo momento de su concepción. María, desde ese momento, fue dotada de una santidad completamente singular. Por eso, la Inmaculada Concepción incluye un mensaje de esperanza para toda la humanidad.
María se hace presente en el camino de la humanidad, en el camino de la Iglesia y en el camino de todos nosotros. Y lo hace como Madre, es decir, como aquélla que hace una función maternal para toda la humanidad y de una manera especial para toda la Iglesia. Así como la madre acoge la vida, la acompaña y reúne a los hijos en el hogar, María está llamada a hacer siempre esta misión maternal.
Me ha gustado especialmente la interpretación que ha hecho del viaje del Papa Mons. Renato Boccardo, que es quien organiza ahora los viajes del Papa: “La peregrinación del Papa a Lourdes -ha dicho al diario francés La Croix- tiene una dimensión profética en relación con la crisis de esperanza que mina el mundo de hoy. San Juan Bautista es aquél que preparó los caminos de Cristo; la Virgen María es aquélla que nos da a Cristo y la misión de la Iglesia es continuar y extender la presencia de Cristo en el espacio y en el tiempo. El Santo Padre nos invita así a volver a Cristo, a partir nuevamente de Cristo.”
Por eso, pensando también en los inicios de nuestra diócesis de Terrassa, me parece que la fiesta de hoy nos invita a escuchar y hacer nuestras las palabras de Juan Pablo II al final de la carta apostólica Novo millennio ineunte: “Caminemos con esperanza!” Sí, pongámonos en camino, como Iglesia y como cristianos y cristianas. María, desde su Inmaculada Concepción hasta su gloriosa Asunción, nos dice que la vida es un don admirable de Dios y que la luz de la fe nos acompaña en toda nuestra ruta. “Nos acompaña en este camino la Santísima Virgen, a la cual hace unos meses, junto con muchos obispos reunidos en Roma de todo el mundo, confié el tercer milenio. Muchas veces en estos años la he presentado e invocado como ‘Estrella de la nueva evangelización’. La indico todavía como autora luminosa y guía segura de nuestro camino” (NMI, 58).

+ Josep Àngel Saiz Meneses, obispo de Terrassa