Solemnidad de San José

+ Agustín García-Gasco Vicente, Arzobispo de Valencia, España

 

S.I. Catedral Metropolitana
Valencia, 19 marzo 2005

 “José, esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo

       Estas breves palabras del Evangelio que acabamos de escuchar colocan a San José por encima de todos los santos.

       Él recibió de Dios el encargo de hacer en esta tierra las veces de padre de Jesús, misión que cumplió con heroica fidelidad.

       La grandeza de esta paternidad honra a San José más que todos los elogios que la piedad cristiana pueda dedicarle.

       Dios puso en manos de S. José lo que más quería: su Hijo y su Madre.

       “Si es verdad que la Iglesia entera es deudora a la Virgen Madre por cuyo medio recibió a Cristo, después de María es S. José a quien debe un agradecimiento y una veneración singular. José viene a ser el broche del Antiguo Testamento, broche en el que fructifica la promesa hecha a los patriarcas y los profetas. Sólo él poseyó de una manera corporal lo que para ellos había sido mera promesa” (S. Bernardino de Siena).

       De ahí que la Iglesia rece así”: ¡Oh, feliz varón, bienaventurado José, a quien le fue concedido no sólo ver y oír al Dios a quien muchos reyes quisieron ver y no vieron, oír y no oyeron, sino también abrazarlo, vestirlo y custodiarlo! Ruega por nosotros, bienaventurado José”.

       Esta paternidad, no se limita sólo a Jesús, sino que se extiende a toda la Iglesia, pues Ella continúa en este mundo la misión salvadora de Cristo.

       “Desde los primeros siglos, los Padres de la Iglesia, inspirándose en los Evangelios, han subrayado que San José, al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen Santa es figura y modelo” (Juan Pablo II).

       San José cuida de la Iglesia como cuidó de Jesús librándolo de las manos asesinas de Herodes; y sigue protegiendo a quienes le tienen una particular devoción, como ocurre en esta querida tierra de Valencia.

       En esta mañana luminosa de fiesta, de sana y ruidosa alegría hecha de música y truenos, podemos rogarle a San José que nos libre de la violencia irracional del terrorismo, que siembra de llanto y luto los hogares de familia, así como de tantos ataques a las creencias cristianas que pisotean el derecho y la libertad de los católicos.

       En este sentido, bueno será recordar aquellas palabras de Santa Teresa de Jesús referidas a San José:

       “No me acuerdo de haberle pedido cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este santo; los peligros de que me ha librado, así de cuerpo como de alma. Que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer una necesidad, mas a este glorioso santo tengo experimentado que socorre en todas y que quiere darnos a entender que, así como le fue sujeto en la tierra, así en el cielo hará cuanto le pida”.

       Valencia se honra con ser la primera ciudad que se interesó para que la Solemnidad de San José fuera de precepto en toda la Iglesia universal.

       Ya a mediados del s. XV, Juan Roig de Corella escribía que para comprender mejor el misterio de la Iglesia había que tener presente a la Virgen Madre de Dios y a San José.

       Guillén de Castro en el s. XVII, escribe una obra dedicada expresamente a San José titulada “El mejor Esposo”.

       Y en este mismo periodo es cuando los jurados y los ciudadanos valencianos comienzan a pedir a los Papas que la fiesta de San José se declare como de precepto en Valencia, siendo el Papa Gregorio XV quien la declaró Fiesta de precepto para toda la Iglesia el 5 de Mayo de 1621.

       Nuestras fiestas falleras son la expresión del carácter del pueblo valenciano: religioso, laborioso, acogedor, alegre, generoso, y con un sentido del humor muy peculiar.

       A impulso de las Comisiones Falleras y durante todo el año, trabajan artistas, carpinteros, pirotécnicos, bandas de música, sastres, cocineros, literatos...; todo un entramado social del que no están ausentes incluso los niños con las fallas infantiles.

       Es un verdadero acontecimiento social en el que participan todos, convirtiendo estas fiestas en algo inusitado en otros lugares, unas fiestas llenas de colorido, de luz, de alegría, de un entusiasmo contagioso, que las ha convertido en una festividad conocida en casi todo el mundo.

       Hay una sintonía muy clara entre las Fallas de Valencia y el culto a San José.

       Terminemos, pues, rogando al Santo Patriarca que, bajo su protección, celebremos estas fiestas con alegría y con paz.

       Y que Nuestra Señora de los Desamparados, a la que vestimos de ramos de flores y de emocionadas oraciones en la OFRENDA, proteja a todos los buenos valencianos.

       Que así sea.