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Nuestra Señora del Rosario
+ Mons. Rubén H. Di Monte, Arzobispo de Mercedes-Luján
Homilía en la fiesta de
Nuestra Señora del Rosario
Chivilcoy, 7 de octubre de 2006
Querido Cura Párroco. P. Saverio Montemurro,
Queridos P. Cayetano, P. Hernán, P. Domingo, P. Alejandro.
Religiosas, hermanos todos:
En el medioevo, los vasallos acostumbraban ofrecer a sus soberanos
unas coronas de flores en signo de sumisión. Los cristianos
adoptaron esta costumbre en honor de María, ofreciéndole la triple
«corona de rosas» que recuerda su gozo, sus dolores y su gloria,
ahora, después del siervo de Dios Juan Pablo II, tenemos que agregar
la cuarta corona de la luz. Estas coronas recuerdan su participación
en los misterios de la vida de Jesús su Hijo. Originalmente esta
fiesta se llamó «Santa María de la Victoria» que conmemoraba la
liberación de los cristianos de los ataques turcos, en la victoria
naval del 7 de octubre de 1571 en Lepanto (Grecia). Porque en aquel
día, en Roma, la cofradía del Rosario celebraba una solemne
procesión, San Pío V atribuyó la victoria a «María auxilio de los
cristianos» y en aquel día hizo celebrar la fiesta en 1572. Después
de otras victorias, en Viena 1683 y Temevar en 1716, el papa
Clemente XI instituyó la fiesta del Rosario el primer domingo de
octubre. Hoy la memoria se llama «Nuestra Señora del Rosario»
Nos dirigimos hoy a la Virgen, en este templo dedicado a su título
del Rosario, en la querida Parroquia San Pedro de Chivilcoy,
meditando y rezando, para que nos ayude a participar concientemente
en los misterios de la vida, muerte, y resurrección de Cristo. Son
los misterios que actualizan nuestra salvación en la celebración
eucarística. En esta Misa le pedimos al Señor con nuestra Madre que
estos misterios de gozo, luz, dolor y gloria se cumplan con plenitud
«ahora y en la hora de nuestra muerte».
El Santo Rosario
La Madre de Dios, en persona, según una importante tradición, le
enseñó a Sto. Domingo a rezar el rosario en el año 1208 y le dijo
que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en
contra de los enemigos de la Fe.
Un creciente número de hombres se unió a la obra apostólica de Santo
Domingo y, con la aprobación del Santo Padre, Domingo formó la Orden
de Predicadores (más conocidos como Dominicos). Con gran celo
predicaban, enseñaban y los frutos de conversión crecían. A medida
que la orden crecía, se extendieron a diferentes países como
misioneros para la gloria de Dios y de la Virgen.
El rosario se mantuvo como la oración predilecta durante casi dos
siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció
a Alano de la Rupe y le dijo que reviviera dicha devoción. La Virgen
le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para
registrar todos los milagros logrados por medio del rosario y
reiteró las promesas dadas a Sto. Domingo referentes al rosario.
Promesas de Nuestra Señora, Reina del Rosario, tomadas de los
escritos del Beato Alano:
1. Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia
que me pida.
2. Prometo mi espacialísima protección y grandes beneficios a los
que devotamente recen mi Rosario.
3. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio,
libra de los pecados y abate las herejías.
4. El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan
la misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el
amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas
celestiales y eternas.
5. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.
6. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados
misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte
desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si
es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.
7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los
Sacramentos.
8. Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz
y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos
bienaventurados.
9. Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi
Rosario.
10. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria
singular.
11. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará
prontamente.
12. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
13. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y
devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los
bienaventurados de la corte celestial.
14. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos
de mi Unigénito Jesús.
15. La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de
predestinación de gloria.
Los papas y el Rosario
En la Carta Apostólica “El Rosario de la Virgen María”, en el número
2, Juan Pablo II habla de los Papas y el Rosario:
León XIII, el 1 de septiembre de 1883, promulgó la Encíclica El
oficio supremo del apostolado, importante declaración con la cual
inauguró otras muchas intervenciones sobre esta oración, indicándola
como instrumento espiritual eficaz ante los males de la sociedad.
Entre los Papas más recientes que, en la época conciliar, se han
distinguido por la promoción del Rosario, está el Beato Juan XXIII
y, sobre todo, Pablo VI, que en la Exhortación apostólica “El culto
Mariano” en consonancia con la inspiración del Concilio Vaticano II,
subrayó el carácter evangélico del Rosario y su orientación
cristológica.
El siervo de Dios Juan Pablo II, no ha dejado pasar ocasión de
exhortar a rezar con frecuencia el Rosario. Esta oración ha tenido
un puesto importante en sui vida espiritual desde sus años jóvenes.
El Rosario lo ha acompañado en los momentos de alegría y en los de
tribulación, recuerda él mismo. A él le ha confiado tantas
preocupaciones y en él siempre ha encontrado consuelo. El Rosario,
dice en la carta apostólica, «en su conjunto consta de misterios
gozosos, dolorosos y gloriosos, y nos ponen en comunión vital con
Jesús a través –podríamos decir– del Corazón de su Madre. Al mismo
tiempo nuestro corazón puede incluir en estas decenas del Rosario
todos los hechos que entraman la vida del individuo, la familia, la
nación, la Iglesia y la humanidad. Experiencias personales o del
prójimo, sobre todo de las personas más cercanas o que llevamos más
en el corazón. De este modo la sencilla plegaria del Rosario
sintoniza con el ritmo de la vida humana ».
También Benedicto XVI, el 1 de octubre nos invitaba en el ángelus:
«cada año, la Virgen es como que nos invitase a redescubrir la
belleza de esta oración, simple y tan profunda. El amado Juan Pablo
II fue un gran apóstol del Rosario, lo recordamos de rodillas con el
rosario entre las manos, inmerso en la contemplación de Cristo, como
él mismo ha invitado a hacer con la Carta apostólica “El Rosario de
la Virgen María”. El Rosario es oración contemplativa y
cristocéntrica, inseparable de la meditación de la Sagrada
Escritura. Es la plegaria del cristiano que avanza en la
peregrinación de la fe, en el seguimiento de Jesús, precedido por
María. Quisiera invitarlos, queridos hermanos y hermanas, a recitar
el Rosario durante este mes en familia, en la comunidad y en las
parroquias por las intenciones del Papa, por la misión de la Iglesia
y por la Paz en el Mundo.» (Castelgandolfo 1 octubre de 2006)
Conclusión
Queridos hermanos, la misma Virgen en Lourdes y en Fátima
especialmente nos invita a rezar el Santo Rosario, también la
Iglesia a través del sucesor de Pedro, aceptemos esta invitación y
pongamos en el Corazón de nuestra Madre, con el rosario, nuestras
intenciones y estas que nos pide Benedicto XVI.
+ Mons. Rubén H. Di Monte, Arzobispo de Mercedes-Luján
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