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La Virgen María nos acompaña a la Navidad
+ Mons. Rodrigo Aguilar
Martínez, obispo de Tehuacán
Quien más espera y anhela
el nacimiento del bebé es, ordinariamente, la mamá, pues ella lo ha
estado sintiendo crecer en su interior. Más todavía, el vínculo no
es sólo físico, sino también afectivo y espiritual.
La Virgen María es la que más espera la Navidad, el Nacimiento de
Cristo Jesús. Tras el «sí» que le hizo a Dios en el diálogo que tuvo
con el Arcángel Gabriel, ella paulatinamente empezó a sentir dentro
de su cuerpo cómo empezó a formarse el cuerpecito de Jesús.
Sabemos que María quedó embarazada sin participación de varón; pero
la gestación de Jesús se realizó según el proceso natural. De modo
que el óvulo fecundado por el Espíritu Santo, rápidamente se fue
desarrollando en su multiplicación celular, hasta llegar a sentir
María la presencia de un nuevo cuerpo humano dentro del suyo, con
todas las emociones que esto significa para la mamá. José no hallaba
qué actitud asumir ante el hecho, pensando dejar a María en secreto,
hasta que Dios le avisa que no dude en aceptar a María y lo que ha
sucedido en ella. José mismo tendrá parte en esta misión.
María había ofrecido a Dios su virginidad; ella no se imaginaba que
Dios le aceptaría dicha ofrenda, pero también le regalaría la
maternidad. ¡Y qué maternidad: ser la madre del Mesías, largamente
esperado!. Así, María sintetiza y plenifica la esperanza del pueblo
de Israel, anunciada por los profetas, el último de ellos Juan
Bautista. Los diversos títulos con que la aclamamos en estos días,
entran de lleno en el espíritu del Adviento: Inmaculada Concepción,
Virgen de Juquila, Nuestra Señora de Guadalupe.
Oh María, llena de gracia, preservada de todo pecado desde el primer
instante de tu concepción, abogada de gracia y ejemplo de santidad,
intercede por nosotros ante tu Hijo, para que seamos santos e
irreprochables a sus ojos, por el amor, acogiendo y celebrando el
don de la vida humana, desde su concepción hasta su término natural.
Madre de Guadalupe, que desciendes al Tepeyac para entregarnos a tu
Hijo, te nos das como Madre y nos acoges en tu regazo, recibe este
pueblo tuyo y derrama todo tu amor, compasión, auxilio y defensa.
Ayúdanos a escuchar a tu Hijo Cristo Jesús, a seguirlo como
discípulos perseverantes y anunciarlo como ardorosos misioneros. Con
tu intercesión, queremos profundizar en nuestra fe y buscar el
progreso de nuestra patria por caminos de justicia y de paz.
María, Madre Buena, queremos caminar contigo y crecer en la
esperanza que nos lleva a la Navidad, para celebrar gozosos el fruto
bendito de tu vientre, Jesús.
+ Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán
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