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Amigos de Jesús para siempre
+ S.E.R.
Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata,
Argentina
Homilía del arzobispo
de La Plata, monseñor Héctor Aguer, durante la Misa en la con los
niños que hicieron la Primera Comunión durante este año.Iglesia
Catedral - domingo 8 de diciembre de 2005
Queridos chicos, queridas chicas: ¡bienvenidos a la catedral! Por
suerte, tenemos una catedral bien grande; así cabemos muchos en
ella. Estoy muy contento de poder encontrarme con ustedes esta tarde
para celebrar juntos la fiesta de la Virgen María, Madre de Jesús y
Madre nuestra. ¡Es una fiesta tan linda...! Les explico qué
significa esta fiesta del 8 de diciembre. A María la llamamos la
Inmaculada Concepción porque ella, desde el primer momento de su
vida fue toda de Dios y no tuvo nada que ver con el pecado. Como iba
a ser la Madre de Dios, él la hizo llena de gracia. Recién
escuchamos en el Evangelio que el ángel la saludó diciéndole:
Alégrate, llena de gracia. Nosotros también la llamamos así cuando
rezamos el Avemaría, la oración que empieza: Dios te salve, María.
Cuando decimos estas palabras queremos decir, en realidad: Dios te
saluda, y nosotros también: Ave, María; salve, alégrate porque Dios
te hizo perfecta, llena de gracia, y te eligió para que seas su
Madre.
Hoy la Virgen María nos reúne para que le demos gracias a Jesús
porque ustedes este año hicieron la Primera Comunión. ¡Seguro que no
se olvidan de ese día! Todos nos acordamos del día de nuestra
Primera Comunión. Yo también lo recuerdo siempre, y les cuento que
hoy hace 55 años que hice mi Primera Comunión. Ese día, los
católicos empezamos una amistad especial con Jesús, una amistad muy
especial, porque él se une a nosotros, se nos da totalmente en la
hostia consagrada para alimentarnos con su propia vida.
La Primera Comunión es sólo la primera; es un comienzo, el comienzo
de una amistad que tiene que seguir. Si seguimos recibiendo siempre
a Jesús en la comunión vamos a estar siempre unidos a él y así
podemos ser buenos cristianos. Nosotros nos hacemos cristianos por
medio del Bautismo, la Confirmación y la Comunión. Pero vean: nos
bautizamos una sola vez, porque cuando nos bautizan es como si
naciéramos de nuevo para ser hijos de Dios, y se nace una sola vez.
También recibimos la Confirmación una sola vez, porque en la
Confirmación el Espíritu Santo nos hace mayores de edad como
cristianos; es como si cumpliéramos 21 años. Pero la Comunión la
tenemos que recibir muchas veces, porque ése es nuestro alimento
espiritual, y nosotros comemos todos los días. Jesús en la Comunión
es nuestro Pan de Vida: nos hace crecer cuando lo tomamos; nos hace
crecer en la fe y en el amor a Dios y a nuestros hermanos.
¿Qué pasó el día de nuestra Primera Comunión? Ese día empezamos a
participar plenamente de la Santa Misa. Ahora Jesús los espera a
ustedes todos los domingos, o los sábados a la tarde (porque el
domingo, día del Señor se adelanta al sábado a la tarde); los espera
para unirse a ustedes, para que lo conozcan mejor y lo quieran más,
para que vayan siendo más amigos de él. ¡No dejen la Misa del
domingo! ¡No se olviden de que es el día del Señor! Miren: a los que
dejan de ir a Misa, a los que no van más, se les va enfriando el
amor a Dios, se van olvidando de todo lo que aprendieron en la
catequesis, se van alejando de Jesús. ¡Es una lástima! Piensen
siempre que Él los espera en la parroquia, en la capilla, cada
domingo. Si no van, el lugar que tenían para ocupar queda libre y
nadie lo puede llenar, porque Jesús los espera a cada uno, los
quiere a cada uno, los conoce a todos y a cada uno por su nombre.
Atiendan muy bien ahora a estas dos cosas que quiero decirles. Son
dos consejos. Primero: no se olviden de confesarse seguido con el
sacerdote, para recibir de él el perdón de Dios. Así estarán
preparados para recibir a Jesús en la Comunión cada vez que vayan a
Misa. Porque tenemos que comulgar en gracia de Dios para que esa
Comunión dé mucho fruto en nosotros; sería una falta muy grave de
respeto comulgar en pecado mortal. El segundo consejo es que cuando
comulguen traten de no distraerse enseguida; quédense en silencio,
hablando con Jesús desde el corazón. Díganle que creen en él, que lo
quieren mucho, que quieren ser sus amigos. Pídanle que los haga cada
vez más buenos, que los proteja de todos los males, y pídanle
también por papá y mamá, por sus hermanitos y amigos, por las
personas que quieren y para que en la Argentina podamos vivir mejor
y en paz.
La Virgen María es nuestro modelo. Ella conservó siempre la gracia
de Dios, llevó siempre a Jesús en su corazón, antes y después de
darlo a luz porque fue su Madre. Nadie estuvo nunca más cerca de
Jesús que ella. Hoy nos alegramos con ella, con María. Nos alegramos
porque es tan buena, tan santa, tan pura, la Inmaculada. Y también
nos alegramos porque es nuestra Madre, porque Jesús nos la dio por
Madre. Pidámosle que ella nos ayude a ser siempre fieles amigos de
Jesús. No solamente el día de nuestra Primera Comunión, no solamente
hoy, sino todos los días. Siempre, siempre, siempre.
Vamos a pedírselo rezando juntos el Avemaría: Dios te salve,
María...
Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata
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