|
Fiesta de Guadalupe
+ S.E.R.
Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz,
Argentina
Homilía de monseñor
José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, en la
108ª Peregrinación Arquidiocesana al Santuario de Guadalupe (22 de
abril de 2007)
Queridos hermanos:
Hemos venido nuevamente a Guadalupe con la confianza de hijos para
renovar nuestra fe en Dios, que es la fuente de nuestras vidas. En
Él nuestra vida adquiere el valor de su dignidad, como obra suprema
de su amor, y la confianza de su presencia que nos acompaña en su
Hijo, Nuestro Señor Jesucristo. Venimos, ante todo, a agradecer este
don de la fe que da sentido y fortaleza a nuestras vidas, y que lo
hemos experimentado a través de las gracias recibidas, pero también
venimos a pedirle, por mediación de María, todo aquello que hace a
nuestra realización como hijos de Dios. Nos sentimos peregrinos de
una historia que tiene su origen en el amor de Dios y como meta el
gozo de la salvación. Es cierto, a veces caminamos con
incertidumbres y otras, porque no, con la angustia del dolor, pero
siempre con la certeza y la esperanza de seguir a quién nos ha dicho
en su evangelio: "Yo soy el camino, la verdad y la vida". Nuestra fe
en Dios tiene en Guadalupe una clara referencia religiosa y también
de presencia histórica y cultural. Aquí sentimos que María como
Madre cumple la tarea que Jesucristo le encomendó, la de cuidar la
fe de sus hijos. Por ello venimos a agradecerle, pero también
confiados a pedirle como madre.
He hablado de una presencia histórica de María en la vida de la
Iglesia santafesina. Ella estuvo presente desde el comienzo. Cuando
el primer Obispo, Mons. Agustín Boneo, inició su ministerio y
proyecto pastoral al crearse la diócesis de Santa Fe, uno de los
ejes más importantes de su trabajo episcopal fue "la difusión del
culto a la Virgen de Guadalupe", que ya era venerada en este lugar
desde el año 1780. Así María se convirtió de Madre y en Misionera
que fue despertando la fe del pueblo santafesino. Este hecho que es
atestiguado por los historiadores, es fácilmente reconocible en la
piedad del pueblo, a través de las imágenes y ermitas que se
encuentran en toda la diócesis. Por ello en este día que recuerdo la
historia de fe de nuestra Iglesia he querido usar el báculo pastoral
de Mons. Boneo, como testimonio de gratitud a su intuición pastoral
y amor a la Virgen de Guadalupe.
Un 22 de Abril, como hoy, pero de 1928, hace ya 79 años, se coronó
la imagen de Nuestra Madre de Guadalupe. Era el reconocimiento
pontificio a esta devoción y camino evangelizador que ella había
protagonizado. El próximo año, el 2008, celebraremos los 80 años de
este acontecimiento de fe, pero que es también histórico y cultural.
Lamentablemente y me cuesta decirlo, esa corona que fue hecha con el
aporte y el desprendimiento de objetos de muchos fieles para
homenajear a su Madre, hoy esa corona no está, fue robada hace más
de 20 años. Este hecho ha causado mucho dolor en la Iglesia
santafesina. Es cierto, la mejor corona de la Virgen es la fe de sus
hijos, de ustedes, que cada año renuevan en este Santuario su amor y
devoción a María en Guadalupe. Pero qué bueno sería, si la corana
existiese, si no ha sido destruída, que vuelva a su lugar.
El próximo año en esta fecha, Dios mediante, iniciaremos aquí en la
casa de nuestra Madre de Guadalupe y bajo su amparo, nuestra Misión
Arquidiocesana que comenzaremos en la zona Oeste de nuestra ciudad.
Para ello ya nos estamos preparando, hoy, al finalizar esta
celebración, voy a rezar la oración con la cual daremos comienzo a
este camino evangelizador en Santa Fe, y que rezaremos a lo largo de
todo el año. Pongo en las manos de la Virgen y en el corazón de
ustedes este proyecto pastoral.
La Iglesia en América Latina va a iniciar el próximo 13 de Mayo en
Aparecida, Brasil, su V° Conferencia del Episcopado Latinoamericano.
Se trata de un acontecimiento de reflexión y presencia de la Iglesia
en la vida de nuestros pueblos, para orientar sus pasos y renovar su
compromiso misionero. Este camino de la Iglesia Latinoamericana fue
dejando su reflexión teológica y pastoral a lo largo de cincuenta
años. Así se sucedieron Rio de Janeiro, Medellín, Puebla y Santo
Domingo El tema central de esta V° Conferencia es: "Discípulos y
Misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan
vida". De aquí se tomó el lema con el que hemos peregrinado este
año.
La Iglesia necesita renovar su impulso y ardor misionero en todos
sus hijos, sean sacerdotes, religiosos o laicos. Todos somos
miembros de un mismo cuerpo, que es el Cuerpo de Cristo. El necesita
un cuerpo, una Iglesia, más unida y comprometida para predicar su
evangelio, que tiene como destinatario al hombre de hoy. La Iglesia
existe para evangelizar. Por ello quiero comprometerlos en este día
a todos a sentirnos parte de una Iglesia que quiere renovarse en su
espíritu para ser fiel al mandato de Jesucristo. María desde
Guadalupe nos enseñó a ser misioneros.
Porqué iniciar esta Misión en la Zona Oeste de la ciudad?. Les decía
a los sacerdotes en la Misa Crismal: Porqué en estos años han
sufrido circunstancias de dolor, que en estos días nuevamente los ha
marcado. Ellos necesitan del encuentro vivo con Jesucristo y de la
presencia de una Iglesia que los acompañe. La evangelización y la
promoción humana son dos aspectos de una misma tarea de la Iglesia.
Una promoción sin evangelización no es darle al hombre toda la
verdad de Jesucristo; y una evangelización que no promueva su
dignidad tampoco responde al proyecto de Jesucristo. También porque
conozco y valoro la tarea de sacerdotes y diáconos, religiosos y
laicos, que con pocos recursos y mucha entrega vienen realizando la
obra evangelizadora de la Iglesia en esta amplia zona de nuestra
ciudad. Estas razones me ha llevado a proponer, en el marco de la V°
Conferencia del Episcopado Latinoamericano, este camino de presencia
e impulso misionero a toda la Arquidiócdesis. El sujeto de esta
Misión es toda la Iglesia, que en la diversidad de ministerios y
carismas formamos esta porción del Pueblos de Dios.
Hay un tema que quisiera destacar en este encuentro eclesial, porque
nos compromete como una exigencia de nuestra fe. Me refiero al tema
de la defensa de la vida y al rechazo claro del aborto. La vida está
en el plano de la verdad, por eso hablamos del evangelio de la Vida.
Ella en su dignidad única e irrepetible nos pone un límite, pero nos
abre un horizonte. El tema de la vida naciente no es solo algo
religioso, es un tema humano y por ello nos compromete también como
ciudadanos. En este sentido es un tema de agenda política, y debe
ser exigido con claridad como ciudadanos. La fe debe iluminar y
comprometer nuestra conducta. El tema de la vida no pertenece a una
moral religiosa, es un derecho humano y una exigencia jurídica para
la sociedad. Esto lo digo consciente de que estamos en un año
electoral, y este tema no es secundario en la opción política del
cristiano.
Queridos hermanos, hemos venido a Guadalupe a rezar y a encontrarnos
con nuestra Madre. Quiero como Obispo renovar mi compromiso
evangelizador a los pies de la Virgen, y comprometerlos a ustedes a
llevar a sus comunidades el ardor misionero de una Iglesia que
quiere predicar su única riqueza, que es Jesucristo Nuestros Señor.
Amén.
Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
|
|