María, futuro de España

+ Francisco Gil Hellín. Arzobispo de Burgos.

En España hay tres teclas que siempre suenan: el Papa, la Virgen y la Eucaristía. El pasado fin de semana tuve ocasión de comprobarlo en Zaragoza. La Conferencia Episcopal Española había programado una peregrinación especial con motivo del 150º aniversario de la definición dogmática de la Inmaculada Concepción. Quería honrar a María en ese misterio singular y renovar la consagración de España al Inmaculado Corazón de María, hecha hace cincuenta años.

Allí nos reunimos unos sesenta obispos, varios miles de peregrinos y un número muy significativo de jóvenes. Fue una gran fiesta. Celebramos una misa muy solemne en la Plaza de la Basílica, participamos en el Rosario de Cristal por las calles, hicimos la Consagración al Inmaculado Corazón de María y los jóvenes tuvieron una gran Vigilia de Oración durante la noche.

Un momento muy significativo tuvo lugar cuando el Nuncio de Su Santidad en España leyó un mensaje que el Papa Benedicto XVI nos había dirigido a los obispos, sacerdotes, religiosos y fieles católicos de España. El Nuncio fue interrumpido muchas veces por los aplausos de la multitud, que subrayaba así su plena conformidad y adhesión a las palabras del Papa. La verdad es que no era para menos. Porque el Papa Benedicto nos decía cosas muy actuales y muy importantes sobre la familia, la nueva evangelización de España y la devoción a María.

Refiriéndose a las familias, éstas fueron sus palabras: «Pido a María Santísima que preserve a cada hogar de todo lo que degrada su dignidad». El aplauso del público venía a rubricar que en las palabras del Papa oía los ecos de las que los obispos españoles hemos pronunciado recientemente sobre la unión entre personas del mismo sexo y sobre el respeto a la vida hasta su término natural.

Algo parecido ocurrió cuando se refirió a la nueva evangelización que reclama la situación actual de nuestra Patria. «Sé que la Iglesia Católica en España –dijo- está dispuesta a dar pasos firmes en sus proyectos evangelizadores». Era tanto como decir que tiene la convicción de que afrontaremos la nueva evangelización con nuevo empuje, renovada creatividad y creciente fidelidad a Jesucristo. Porque la misión evangelizadora de la Iglesia no es otra que anunciar a Jesucristo, Redentor del hombre. Por eso, nada más lógico que pidiera que «sea comprendida y aceptada la verdadera naturaleza y misión» de la Iglesia en España y que la fe cristiana no sea «confinada en el ámbito puramente privado».

En este horizonte evangelizador, la devoción a la Virgen se alza como un pilar enhiesto e indestructible. El Papa es consciente de ello. Por ello, nada más lógico que nos invite a todos -obispos, sacerdotes y fieles- «a intensificar la devoción mariana de vuestros pueblos y ciudades donde Ella os espera en los innumerables templos y santuarios que llenan la tierra española».

Si alguna diócesis puede hacer suyas estas palabras, esa diócesis es Burgos. Porque los santuarios marianos y las parroquias que tiene como Patrona a María llenan toda nuestra geografía ¡Cómo me gustaría que se impulsara la costumbre tradicional de peregrinar en familia al santuario mariano más cercano! ¡Cuánto bien espiritual supondría para los jóvenes acudir a la Virgen para que bendiga su futuro matrimonio! Ahora que estamos concluyendo el mes de mayo –mes tradicionalmente consagrado a María- renovemos el propósito de acudir a María como Madre de Misericordia y Abogada de nuestras necesidades. Lejos de ser una figura del pasado, María es el futuro de la fe de España.

† Francisco Gil Hellín
Arzobispo de Burgos