Con María... llamados a la misión

+ Francisco Gil Hellín. Arzobispo de Burgos.

Esta Jornada pretende, sobre todo, fomentar el espíritu misionero en las familias, en las comunidades cristianas, en las parroquias, en los centros docentes, en cada uno de los cristianos. Incluso en quienes todavía no son cristianos, pero admiran la obra que realizan nuestros misioneros en las más variadas situaciones, especialmente en los países más necesitados o menos desarrollados. Se trata, por tanto, de suscitar vocaciones misioneras, animar la cooperación espiritual y estimular la cooperación económica con el fin de crear escuelas, construir hospitales, atender a los niños abandonados, atender necesidades perentorias, en una palabra: ayudar a resolver los gravísimos problemas materiales que aquejan a tantas sociedades.

Pero no entenderíamos bien el sentido profundo del DOMUND si nos quedáramos en esta ayuda material. Es preciso hacerla y siempre será pequeña en relación con las necesidades a que debe hacer frente. Pero el alma del DOMUND es la evangelización, el anuncio de Jesucristo, Muerto y Resucitado, como Salvador de los hombres.

No hace todavía muchos años, al hacer esta afirmación se pensaba de inmediato en países lejanos de Asia, África u Oceanía. Es posible que todavía algunos piensen así cuando se habla de “las misiones”. Sin embargo, se va abriendo paso la doctrina del Vaticano II, repetida recientemente en nuestro ámbito con motivo del Congreso Nacional de Misiones, celebrado en Burgos: «La Iglesia no puede existir sin ser misionera y si no lo fuera dejaría de ser Iglesia. Por tanto, allí donde está la Iglesia está la misión. Todos somos misioneros, es decir: todos hemos de anunciar a Jesucristo Muerto y Resucitado».

Una madre es misionera, trasmitiendo la fe a sus hijos. Un médico es misionero ejerciendo con profesionalidad y amor su oficio por el Reino de Jesucristo. Un enfermo es misionero ofreciendo su dolor por los que están plantando la Iglesia en un barrio periférico de cualquier ciudad. Una esposa es misionera acercando a su marido a la Iglesia. Un sacerdote es misionero mientras ejerce con dedicación su ministerio. Un político de altos vuelos es misionero cuando, movido por su fe cristiana, influye para la justa distribución de la riqueza en el mundo. Un chico es misionero viviendo una vida cristiana limpia y abriéndose, si Jesucristo le llama, a la llamada al sacerdocio o a la vida consagrada.

Se entiende bien esto, desde el lema del DOMUND de este año: «Con María... llamados a la Misión». María fue, aparentemente, una mujer de pueblo, que pasó la vida en las ocupaciones de las demás mujeres de Nazaret. Pero dedicó esa vida al servicio de su Hijo, Jesucristo. Ella no hizo otra cosa que ponerse al servicio de la Persona y de la Obra de su Hijo. Por eso, es la primera y la mejor misionera. ¡Qué bien lo entendió Santa Teresita del Niño Jesús que, siendo una santa monja carmelita de clausura, impulsó tanto la misión que es, junto con san Francisco Javier, copatrona de las Misiones.

† Francisco Gil Hellín
Arzobispo de Burgos