Fiesta de la Virgen del Carmen

+ Francisco Gil Hellín. Arzobispo de Burgos.

Iglesia PP. Carmelitas - 16 julio 2007

Hoy, día del Carmen, me parece que es una buena ocasión para reflexionar sobre la costumbre y privilegios del santo Escapulario y sobre el llamado «privilegio sabático».

1. En 1246, san Simón Stock, nombrado general de la Orden, comprendió que, sin una intervención de la Virgen, la Orden tendría una vida corta. Recurrió a María, a la que llamó “Flor del Carmelo” y “Estrella del Mar” y puso la Orden bajo su amparo, suplicándole su protección para toda la comunidad.

En respuesta a su oración, el 16 de julio de 1251, se le apareció la Virgen y le dio el escapulario para la Orden con la siguiente promesa: “Este debe ser un signo y privilegio para ti y para todos los Carmelitas: quien muera con el escapulario no sufrirá el fuego eterno”.

2. Los hombres nos comunicamos por símbolos, banderas, escudos y uniformes, que nos identifican. Dice San Alfonso Ligorio, doctor de la Iglesia: “Los hombres se enorgullecen de que otros usen su uniforme, y la Virgen está satisfecha cuando sus servidores usan su escapulario como prueba de que se han dedicado a su servicio, y son miembros de la familia de la Madre de Dios.” El escapulario ha sido constituido por la Iglesia como sacramental y signo que nos ayuda a vivir santamente y a aumentar nuestra devoción, y que propicia la renuncia del pecado.

3. Muchos santos, como san Alfonso Ligorio, san Juan Bosco, san Josemaría Escrivá y san Pedro Poveda, tenían una especial devoción a la Virgen del Carmen y llevaban el escapulario. Los teólogos han explicado que, según la promesa de la Virgen, quien tenga impuesto el escapulario y lo lleve, recibirá de María a la hora de la muerte, la gracia de la perseverancia final.

Sin embargo, debemos entender bien esta promesa. Porque como dice Kilian Lynch, antiguo general de la Orden, “no podemos llegar a la conclusión de que el escapulario está dotado de alguna clase de poder sobre-natural que nos salvará a pesar de lo que hagamos o de cuanto pequemos. Una voluntad pecadora y perversa puede derrotar la omnipotencia suplicante de la Madre de la Misericordia.”

4. Para el cristiano, el escapulario es una señal de su compromiso de vivir la vida cristiana siguiendo el ejemplo de la Virgen Santísima y el signo del amor y la protección maternal de María, que envuelve a sus devotos en su manto, como lo hizo con Jesús al nacer, como Madre que cobija a sus hijos. El escapulario es el signo de que pertenecemos a María como sus hijos escogidos, consagrados y entregados a ella, para dejarnos guiar, enseñar, moldear por Ella y en su corazón.

5. El escapulario es un signo de nuestra identidad como cristianos, vinculados íntimamente a la Virgen María con el propósito de vivir plena-mente nuestro bautismo. Representa nuestra decisión de seguir a Jesús por María en el espíritu de los religiosos pero adaptado a la propia vocación, lo que exige que seamos pobres, castos y obedientes por amor. Al usar el escapulario constantemente estamos haciendo silenciosa petición de asistencia a la Madre, y ella nos enseña e intercede para conseguirnos las gracias para vivir como ella, abiertos de corazón al Señor, escuchando su Palabra, orando, descubriendo a Dios en la vida diaria y cercano a las necesidades de nuestros hermanos, y nos está recordando que nuestra meta es el cielo y que todo lo de este mundo pasa. En la tentación, tomamos el escapulario en nuestras manos e invocamos la asistencia de la Madre.

6. La Virgen ha prometido sacar del purgatorio el primer sábado después de la muerte a la persona que muera con el escapulario. Esta gracia es conocida como el Privilegio Sabatino y tiene su origen en una bula del Papa Juan XXII otorgada el 3 de marzo de 1322, a raíz de una aparición de la Virgen al mismo Papa, en la que prometió para aquellos que cumplieran los requisitos de esta devoción que “como Madre de Misericordia, con mis ruegos, oraciones, méritos y protección especial, les ayudaré para que, libres cuanto antes de sus penas, sean trasladadas sus almas a la bienaventuranza”. Las condiciones para gozar este privilegio son llevar el escapulario con fidelidad, guardar la castidad de su estado, rezar el oficio de la Virgen o los cinco misterios del rosario. El Papa Pablo V confirmó en un documento oficial que se podía enseñar este privilegio sabatino a todos los creyentes.

7. Es muy significativo que en la última aparición de Fátima, en octubre de 1917, el día del milagro del sol, la Virgen vino vestida con el hábito carmelita y con el escapulario en la mano. El Papa Pío XII habló frecuentemente del Escapulario. En 1951, 700 aniversario de la aparición de Nuestra Señora a San Simón Stock, el Papa ante una numerosa audiencia en Roma, exhortó a vestir el Escapulario como “Signo de Consagración al Inmaculado Corazón de María, que nos marca como hijos escogidos de María y se convierte para nosotros en un “Vestido de Gracia”.

8. Madre del Carmelo: Tengo mil dificultades, ayúdame//. De los enemigos del alma, sálvame//. En mis dudas y penas, confórtame//. En mis enfermedades, fortaléceme//. En las tentaciones, defiéndeme//. En horas difíciles, consuélame//. Con tu inmenso poder, protégeme//.Y en tus brazos de Madre, al expirar, recíbeme//. Virgen del Carmen, ruega por nosotros. Amén.”

† Francisco Gil Hellín
Arzobispo de Burgos